miércoles, 11 de marzo de 2009

Irritable por demás, Riquelme le dijo basta a la selección

Hace algunos días, Diego Maradona, técnico del seleccionado argentino, dijo en un programa televisivo que no le había visto un buen rendimiento a Juan Román Riquelme ante Huracán y que así no le servía para su equipo. Maradona vertió una opinión puramente futbolística sobre lo que pretendía de uno de sus jugadores. Muy lejos estuvo de hacerle una fuerte crítica, como pretendieron vender algunos medios. Puntualmente, el DT dijo: “A Riquelme lo quiero en los últimos 20 metros para que se comunique con Tévez, Agüero y Messi. Necesito que se pueda sacar un hombre de encima. Con Huracán, no sé si tenía un problema, pero no volvía. Eso en la selección cuesta mucho. Estás atrás o adelante, en el medio no me servís. Yo lo quiero de enganche, pero que tenga esa velocidad mental para ponerles pelotas de gol a los delanteros y que llegue él también. Si no, no me sirve Román. No quiero que me dé vueltas entre Mascherano y Gago. Él es utilizable si está bien físicamente, si no, está en otro nivel del resto de los jugadores, que están en el aire...".

Entonces, llegó la desmesurada réplica de JR con el anuncio de su renuncia a ser parte del conjunto nacional. “No manejo los mismos códigos que el técnico y el técnico no maneja los mismos códigos que yo. Me enteré de que no iba al partido contra Francia cuando escuché a Bilardo por la radio y me enteré por la tele de la posición en la que el técnico me quiere”, disparó.

Esa respuesta del Nº 10 xeneixe encuentra lados flacos por todos los costados. En primer término, el tema de los códigos aludió, seguramente, a que Maradona dio públicamente una opinión que no lo favorecía. Si embrago, él hizo su descargo desde su casa con un móvil en vivo del noticiero más visto del país y ante un periodista que, sentado a su lado, más bien parecía su jefe de prensa. En la misma pantalla y ante los mismos interlocutores, fue una remake de su primera renuncia, allá por septiembre de 2006. En tanto, no parece real que se haya enterado por la radio que no viajaría a Francia, ya que debía saberlo desde el momento en que Torneos y Competencias, empresa que arma el cronograma de cada fecha del fútbol argentino, determinó que Boca jugase en Jujuy un domingo a las 19:40. Por último, fue el propio jugador el que, también públicamente, reconoció haber hablado varias veces con Maradona después de que lo nombraran entrenador de la selección, con lo cual no suena factible que se haya enterado de lo que pretendía de él recién con las declaraciones que lo ofuscaron.

Desde siempre, Maradona lo elogió cada vez que tuvo un micrófono o grabador delante. Lo marcó como un jugador distinto, como uno de los mejores del mundo. Lo protegió con todo el peso de su figura al criticar a los técnicos con los que tuvo desacuerdos, como Marcelo Bielsa y Manuel Pellegrini. Ya con la responsabilidad de ser el conductor de la selección reiteró su reconocimiento al asegurar que formaría parte de su equipo y que le tenía reservada la emblemática camiseta número 10. Siempre le tiró flores. Sin embargo, una vez que expresó una opinión distinta (que no está jugando bien, algo que es evidente), sin llegar a ser una crítica, porque hasta aseguró que de todas maneras iba a formar parte de la convocatoria para enfrentar a Venezuela y Bolivia por las eliminatorias, Román pega el portazo. Tan desproporcionada resulta la determinación que lo dejan como una persona desagradecida, caprichosa y soberbia.

Esto ocurre porque no concibe puntos intermedios. O es estrella con privilegios o nada, no va con él ser uno más. Después del divismo que le concedieron José Pekerman y, aún más, Alfio Basile, no recibió bien que Maradona declarase que su selección era “Mascherano y diez más” y tampoco soportó nunca el estrellato de Lionel Messi. El ego de Riquelme es evidentemente un problema, ya que no admite el más mínimo señalamiento a su juego, ni tolera tener cerca a alguien que lo pueda eclipsar. Esto lo hace un elemento de discordia. Ha tenido conflictivas salidas de todos los conjuntos que formó: se fue mal de Boca, del Barcelona, del Villarreal y de la selección, antes y ahora.

La mayor parte del plantel de Boca no lo quiere. Sus compañeros no ven con buenos ojos las licencias de las que goza a la hora de los entrenamientos y también genera malestar el hecho de verlo con los brazos en jarra y estacionado en un sector de la cancha cuando las cosas no le salen bien al equipo. El enfrentamiento quedó de manifiesto en el cruce mediático que protagonizó con Julio César Cáceres, cuando ninguno, salvo Hugo Ibarra, salió a romper lanzar por él. Es más, se pusieron claramente del lado del paraguayo y habían decido hacer pública esa postura si el zaguero era sancionado por la Comisión Directiva. De todas maneras, goza de un poder mayúsculo en el club, entre los dirigentes y el técnico, y por eso varias veces se ha excluido o puesto en el equipo públicamente, algo que también hizo cuando se colocó en el equipo olímpico que se quedó con el oro en Beijing.

Ocurre que en Boca le alcanzan 10 ó 15 minutos por partido para hacer lo suficiente para que su equipo se quede con los tres puntos y reforzar la idolatría entre el público de la Bombonera. Pero esas pocas pinceladas que son suficientes en el fútbol local, no alcanzan a nivel de selección. Técnicamente Riquelme detenta un gran virtuosismo, una pegada excelsa, enorma capacidad para tener la pelota aguatándola de espalda a los rivales y una mira finamente calibrada para poner habilitaciones entre líneas. Pero todo eso lo brinda a cuenta gotas y en la selección no alcanza con un tiro libre o un par de pases precisos y que el resto sea un manejo intrascendente de la pelota, lateralizando por demás y frenando al equipo. Nunca fue Riquelme un jugador con la condición atlética necesaria para el fútbol de más alto nivel internacional. Su actuación en el Mundial de Alemania no fue buena y con 31 años es muy aventurado creer que podría estar en la próxima Copa del Mundo en las condiciones acordes a tamaña cita.

La selección se fortalece sin Riquelme, porque la mayoría de sus compañeros, al igual que en Boca, no lo quieren. Mucho más problemático hubiera sido perder a Messi, Mascherano o Gago, que son más importantes para el funcionamiento del equipo. Se afianzará el grupo y tomarán como una motivación extra el hecho de demostrar que Riquelme no es imprescindible para que el equipo nacional vuelva a estar en la primera consideración mundial, camino que ha comenzado a recorrer desde que Maradona se puso al frente.
(Foto: Larazon.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

1 comentario:

Sensei dijo...

Coincido totalmente con vos pato. Riquelme asi no sirve, no se pone a maximo nivel.
La verdad pienso que es una gran perdida futbolistica pero que no traiga inconvenientes entre el grupo de jugadores es aun mas importante.
Quien le va dar la pelota inteligente y limpia a los delanteros?, no lo se pero va a aparecer.

Abrazo de gol desde Barcelona