jueves, 14 de septiembre de 2006

El adiós de Riquelme

A los 28 años, quien como nadie despertó elogios inconmensurables y críticas severas,o anunció que ya no vestirá la camiseta de la selección. Juan Román Riquelme cosechó en el pueblo futbolero defensores incondicionales y detractores furiosos. En un país amante de las polarizaciones, de ubicarse en los extremos, se escucharon exageraciones de todo tipo, desde que es el mejor del mundo hasta que no puede jugar más. Desde ambos lados le hicieron mal. Los aduladores por señalarle que su juego era perfecto y por lo tanto nada debía cambiar. Los críticos de su fútbol por no reconocerle mayores virtudes a quien sí las demostró.

Hizo este anuncio apenas 10 días después de haber sido el capitán de seleccionado argentino en la derrota ante Brasil en Londres por 3 a 0, en el cotejo que dio inicio al segundo ciclo de Alfio Basile como entrenador de la selección argentina. No tuvo una buena actuación y todo lo que de él se dijo tras ese encuentro terminó por decidirlo a dar el paso que dio.

Riquelme decidió –al menos por el momento- no volver a jugar en la selección. El porqué de su renuncia no hace a la cuestión, más se si tiene en cuenta que adujo cuestiones personales y no deportivas. Existen diferentes tipos de renuncias. Algunas, como en este caso la de Riquelme, son dignas del elogio. Sin ser inducido a tomar esa determinación por ser la única posible, Riquelme abandona un lugar de privilegio, aún cuando muchos le piden a los gritos que se quede. Decidió hacerse a un lado del lugar que todos quisieran ocupar. A fin de cuentas, es decisión de cada uno abandonar un lugar donde no se está cómodo.

Debutó en la selección mayor siendo jugador de Boca y lo hizo justamente en la Bombonera. Fue el 16 de noviembre de 1997, ante Colombia y por la última fecha de las eliminatorias para el Mundial de Francia. Desde aquel encuentro hasta el último que disputó transcurrieron nueve años, pero sólo en dos tuvo continuidad. Fue durante la conducción de Néstor Pekerman, quien lo erigió en el centro indiscutido de su equipo. Entonces, como dueño del fútbol de la selección llegó al Mundial de Alemania y su floja actuación en la máxima cita elevó el volumen de las críticas contra su juego. Riquelme no dio lo que de él se esperaba; no rindió de acuerdo a lo que debe demostrar quien se eleva –o es elevado por el entrenador- a la altura del jugador más importante de una de las cuatro selecciones más poderosas del mundo.

Es lógico que Marcelo Bielsa no lo haya tenido en cuenta más que en un puñado de ocasiones, pues el jugador del Villarreal poco tenía que ver con su filosofía futbolística del DT. También es coherente que Pekerman lo haya elegido como máximo referente de su selección, por la apreciación del juego del multicampeón entrenador juvenil. Ninguno de los dos supo entender que Riquelme es una pieza de lujo, pero no el motor de la maquina. Bielsa debió entender que era alguien que jerarquizaba su elenco; Pekerman falló al otorgarle el protagónico absoluto. Lo cierto que es Riquelme deja la selección. Ni el mejor ni el peor, se pierde un valor importante, una excelente herramienta, pero de ninguna manera irremplazable.
(Foto: Ole.com.ar)

Patricio Insuapatinsua@gmail.com

No hay comentarios: