miércoles, 8 de octubre de 2008

Marcadas diferencias generaron una ruptura en Boca

La mala producción del equipo y la falta de victorias en el Apertura invitaban sólo a un análisis del mal momento futbolístico del equipo, una preocupación menor en un club que en la última década tuvo la mayor gloria deportiva de su historia. Pero la exclusión de Mauricio Caranta para el partido ante Estudiantes, con declaraciones cruzadas entre el propio arquero y Carlos Ischia, y el durísimo intercambio de acusaciones de Julio César Cáceres y Juan Román Riquelme pusieron en primer plano una crisis que salió a la luz con toda su crudeza tras haberse gestado internamente.

“No pregunto cuando entro y tampoco cuando salgo”, se defendió el guardavalla cuando supo que no estaría ante el Pincha, cotejo tras el cual, con tono cortante, el entrenador respondió ante la requisitoria periodística que no se referiría más al tema. Pese a esta realidad, el cordobés aseguró posteriormente ante la prensa que acordó su salida con Ischia por un “problema personal y familiar muy delicado”, algo que poco antes habían negado su padre y su representante. Si así ocurrió y ese era el real motivo, ¿por qué no se expuso algo que no hubiera generado ningún cuestionamiento o elucubración y se armó lo que entonces fue una puesta en escena? Además, es curioso que algo tan grave lo haya afectado sólo un fin de semana, ya que afirmó estar ahora a disposición. Falta de sinceridad, ocultamiento y contradicciones dejaron la verdad bien a resguardo.

Pero cuando Caranta oscurecía aún más las circunstancias de su marginación a partir de una muy endeble explicación, un nuevo y más fuerte estallido sacudió el seno del plantel xeneixe. El misil, de largo alcance, fue activado por el paraguayo Cáceres desde la concentración del seleccionado guaraní en Asunción. Su carga explosiva estuvo compuesta por una serie de declaraciones en las cuales aseguró que Riquelme “es una persona complicada”, que “a veces aparenta correr” y que “en el vestuario no habla con nadie”, al tiempo que se ocupó de desmentir que Caranta haya pedido dejar el arco. “Este muchacho me da risa, se fue mal de todos lados. A Boca no le dio nada”, fue parte de la dura réplica del capo del equipo.

La voz de Cáceres fue la que se oyó, pero seguro no es la única en la interna del vestuario. Ocurre que exponer el asunto ante los ojos de todos multiplicó el efecto. Los beneficios de los que goza JR, de flojas actuaciones en sus últimas presentaciones, generan resquemores entre varios de sus colegas. Las indicaciones dentro del campo de juego y el fastidio ante el error de un compañero, disponer cuándo juega (algo que también ocurre en la selección y en el hecho de haberse autoinstalado como uno de los mayores para ir a Pekin) y la sideral cantidad de dinero que cobra son algunos de los focos del conflicto. Dispone de un poder excesivo que altera el escalafón, por eso aseguró que “si (Cáceres) se quería ir (de Boca)” no tenía porqué meterse con él; asumiendo que quien lo enfrenta no tiene lugar en el club o queda relegado. Se sabe de su distancia con los otros referentes del plantel, lo mismo que ocurrió en el primer ciclo del Carlos Bianchi y de la falta compromiso con el grupo que lo alejó del Villarreal, institución que nunca lo extrañó.

Ischia queda tambaleante porque su autoridad está jaqueada. Fue su propia elección. Se prestó a darle al inconveniente con Caranta características de culebrón en lugar de acudir a la claridad de la verdad y avaló las licencias del ídolo que molestan a otros futbolistas. Riquelme no es una persona dócil, los conflictos de los que fue parte lo evidencian. Pese a esto, con una erogación de casi 50 millones de pesos, la dirigencia optó por su contratación, para satisfacción de la gran mayoría de los hinchas pero a sabiendas de que su presencia altearía la ideal convivencia del plantel y su relación con el cuerpo técnico.
(Foto: Ole.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

1 comentario:

Fernando Salceda dijo...

Una muestra más de la mentalidad argentina. Se privilegia a uno por encima del conjunto. Siempre necesitamos un líder o un salvador, no creemos que en la acción mancomunada.
Ischia avala las prerrogativas, en las que no cree, para no pagar el costo político de poner en caja a este líder negativo que tampoco se fue bien de casi ningún lado (primer ciclo en Boca, Barcelona y, especialmente, Villarreal. ¡Cuánta razón tenía Bielsa al no convocarlo!

Gran abrazo.