lunes, 30 de marzo de 2009

La selección crece a partir de su propia confianza

El pasado sábado, la selección argentina cumplió con la premisa fundamental que exigía el encuentro por Eliminatorias ante Venezuela en el Monumental: ganar con claridad. Lo expuso en el marcador final y en el trámite del encuentro, a partir de un equipo fuertemente convencido. Fue la respuesta a un público que colmó el estadio luego de hacer extensas colas para pagar el elevado costo de las entradas y marcó muy altas mediciones en las transmisiones televisivas. Desde la llegada de Diego Armando Maradona a la dirección técnica, el conjunto nacional construye una nueva y definida identidad y ha recuperado ese especial valor emocional que la supo caracterizar. Esto es claramente recibido por la gente y de ahí tanto apoyo y entusiasmo.

Fue, en líneas generales y pese a la modestia del rival, otra nota positiva para la Selección. La contundencia de un 4 a 0 puso de manifiesto las diferencias entre dos conjuntos con fuerzas por demás desiguales. Buen ritmo y verticalidad, sin caer en el manejo lateral excesivo, fueron las cartas de un equipo que necesitó de los primeros minutos del partido para acomodarse con firmeza en el campo y entonces sí exponer su contundencia.

El entrenador tomó riesgos y asumió responsabilidades en el armado defensivo del equipo. Ratificó en el arco a Juan Pablo Carrizo, quien llevaba más de dos meses sin competición oficial en la Lazio, donde es suplente. Armó una línea de tres en la cual Marcos Angeleri, debutante como titular después de haber jugado sólo unos minutos en la victoria ante Francia, actuó de líbero y los stoppers fueron Javier Zanetti, que pese a su polifuncionalidad nunca había actuado en esa posición, y Gabriel Heinze, el hombre más discutido de las últimas convocatorias. Ese esquema fue un acierto del entrenador: funcionó correctamente, aunque, es cierto, ante un rival de baja jerarquía y en un partido que quedó definido a los tres minutos del complemento con el segundo gol argentino, anotado por Carlos Tévez, de muy buen partido.

Nuevamente quedó de manifiesto el acierto de Maradona de armar la Selección a partir de Javier Mascherano, el hombre más importante del equipo, y Lionel Messi, el mayor talento, el más desequilibrante, del mundo futbolístico. La Pulga recibió, además, un espaldarazo con un tremendo valor simbólico al vestir la camiseta número 10, recibiéndola de quien la hizo leyenda. Y tanto el jugador del Liverpool como el del Barcelona han encontrado a sus complementos perfectos en la clase Fernando Gago y la enjudia Tévez, respectivamente. Ellos conforman el cuarteto que resume todo lo que es esta Selección.

La cuestión que no termina de resolverse es la del centrodelantero. Está claro que Sergio Agüero, pese a su gran categoría y valioso presente en el Atlético de Madrid, no siente la posición de ser cabeza de ataque. Así como Jonás Gutiérrez, un jugador sin marketing, apareció como una buena opción para jugar por la banda izquierda (aunque no tuvo una buena actuación ante los venezolanos), sería bueno que juegue de nueve alguien con más oficio en esa posición, como podrían serlo Diego Milito, Germán Denis o Gonzalo Higuaín.

El miércoles será momento de enfrentar a Bolivia, un seleccionado que no estará el año próximo en el Mundial de Sudáfrica. Será, sin embargo, un encuentro complicado a partir de que el conjunto del altiplano jugará ante el equipo de Maradona –para lo cual reservó a varios de sus titulares en el encuentro de este último fin de semana ante Colombia- y pesará la dificultad de adaptación que implica jugar en La Paz, ciudad situada a 3.600 metros sobre el nivel del mar.

Con Maradona, la Selección recuperó la mejor versión de sus jugadores y la pasión de su público. Eso nace naturalmente de lo que transmite quien fue el mejor futbolista de la historia, que vestido con la camiseta de argentina se brindó como nadie al jugar con un tobillo destrozado, hacer interminables viajes para no dejar de estar y -ya instalado para siempre en la idolatría absoluta- no ocultar sus lágrimas ante el dolor de la derrota. Es un equipo con otra mentalidad y en la cual los protagonistas se sienten a gusto, algo que evidentemente no ocurría con Alfio Basile. Hay aspectos que deberán mejorarse, pero el equipo avanza a paso firme a partir de la seguridad en sus condiciones y de todo lo que siempre despertará Diego.
(Foto: PrensaLibre.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

1 comentario:

Fernando Salceda dijo...

Mis reservas en cuanto a la designación de Diego al frente de la Selección no están totalmente disipadas, pero me hace muy feliz ver que su arranque al mando del equipo nacional no podría ser mejor.
Nadie como él representa la entrega y el amor por la celeste y blanca dentro de la cancha y está muy claro que está logrando transmitir ese valor a sus dirigidos, quienes a su vez dan sobradas muestras de haberlo asimilado.

Un abrazo.