lunes, 9 de marzo de 2009

Un negocio seguro

Por estos días, la inseguridad producto de la delincuencia callejera en los centros urbanos argentinos pasó a ocupar un lugar preponderante en los medios nacionales. Los estadios de fútbol y sus adyacencias, tristemente, supieron condensar ese contexto en el cual impera la violencia. Sin embargo, la seguridad de los encuentros se transformó en un negocio y no en una garantía para aquellos que quieren ir a la cancha sin tener que vivir una peligrosa travesía.

El nuevo proyecto que promete, una vez más, erradicar las barras bravas del fútbol es un padrón de hinchas. Pergeñado por AFA, diseñado por la Universidad Tecnológica Nacional y aplicado por Telecom, el costo de esta iniciativa será de 60 millones de dólares. Obviamente, esa enorme cifra correrá por cuenta de los espectadores, que verán incrementarse el costo de las populares en $7,80. De esta manera, las entradas habrán aumentado un 170 por ciento en menos de 18 meses (de $14 a $37,80; actualmente cuestan $30). Si al valor de la entrada se le suma apenas una botellita de agua mineral en un kiosco y el dinero para llegar hasta la cancha en el dinamitado transporte público la suma se acercará a los $50. Un valor más que elevado para un trabajador argentino y una estafa si se tiene en cuenta no ya la falta de comodidades, sino el gran número de incomodidades y trastornos que implica ser habitante de la popular. Un par de partidos por mes equivalen, entonces, a pagar el cable y los codificados para poder ver los diez partidos de la fecha en la tranquilidad hogareña. Nada es casualidad.

Esta iniciativa, todavía en etapa de desarrollo, determina que todos aquellos que deseen seguir a su equipo deban empadronarse dando distintos datos personales, con la vulnerabilidad de la privacidad que esto implica. Con este sistema, aquella persona que no es habitual concurrente a los estadios pero que un fin de semana sí quiera hacerlo, se verá imposibilitado sino está empadronado. Y lo mismo correrá para los argentinos que residan en el exterior y de visita en el país quieran ir a la cancha y para los turistas extranjeros que deseen conocer la Bombonera o el Monumental.

Todo esto y más fue dado a conocer por Víctor Hugo Morales y su equipo de la tira deportiva Competencia, por radio Continental, y por el periodista Gustavo Veiga en una nota publicada en el diario Pagina 12 titulada “Seguridad que pagarán los hinchas”. Sabida la lucha del excelso relator uruguayo contra los negocios más grandes del fútbol, es de destacar fuertemente la posición de Veiga por ser empleado de un diario muy oficialista, cuando el tema de la violencia en el fútbol toca de cerca de un pesado hombre del Gobierno nacional, como Aníbal Fernández, ministro de Justicia y Seguridad.

Aseverar que la mayoría de la gente que concurre a las chancas argentinas se comporta mal al incurrir en las conductas violentas que, sin dudas, constituyen insultar o escupir, no parece temerario. Sin embargo, aquellos que encuentran en los alrededores de los estadios y en las tribunas espacio para delinquir y que están dispuestos a tomar un objeto contundente, un cuchillo o un arma de fuego para agredir o hasta quitar la vida a otra persona son, está claro, una minoría. Políticos, dirigentes y Policía –que en diversas circunstancias y de modos distintos utilizan esa mano de obra- han reconocido en varias oportunidades que se trata de grupos reducidos si se los compara con la cantidad de gente que concurre al fútbol, lo que implica un reconocimiento de su mal desempeño al no poder controlarlos y castigarlos.

La agotada promesa de hacer de los estadios un lugar donde pueda disfrutarse tranquilamente de un evento deportivo tiene así un nuevo capítulo. Los hinchas que no reciben entradas de favor ni tratos especiales, pondrán 60 millones de dólares en las manos de quienes han mostrado, si se es bien pensado, una reiterada inoperancia. Porque se sabe que el problema no es la implementación de un nuevo sistema de seguridad que corra a los violentos, sino la inacción de políticos, hombres de la Justicia, policías y directivos de los clubes que lejos de combatirlos muchas veces, directamente, parecerían apañarlos.
(Foto: Clarin.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

1 comentario:

Fernando Salceda dijo...

Patricio:

Está muy bien el texto, que me conduce a la misma conclusión a la que llego cada vez que leo, veo o escucho algo sobre este tema: ¿qué pasaría si los hinchas se unieran para darle la espalda a todo este sistema? A ninguno le va a pasar nada si hasta que se les brinden condiciones dignas para hacerlo, dejan de ir a la cancha y de ver los partidos por televisión. Al contrario, si se quedan en casa y no ven el fútbol argentino van a estar seguros y disfrutarán de la familia u otras actividades que no los maltraten.
Después de un tiempo sin ingresos de ningún tipo, los fascinerosos tendrán que reflexionar. Los hinchas tienen que hacer algo, no solamente esperar; y si no lo hacen, dejar de quejarse.

Un abrazo.