lunes, 16 de marzo de 2009

Made in Lanús

En 1992, luego de tres décadas con muchísimas tardes de sábado y muy pocas de domingo, de que su gente se repartiese entre el cariño al club de la zona y los goles de Boca, River, Independiente, Racing o San Lorenzo, Lanús era campeón del Nacional B y lograba, nuevamente, su pasaporte para ser parte del fútbol grande de la Argentina. Entonces, la ilusión pasaba por conseguir que la Primera División no fuera algo efímero, como en los últimos 30 años, en los cuales el club había logrado tres ascensos, pero apenas había disputado en la elite la misma cantidad de temporadas: subió en 1971, 1976 y 1990 y bajó en 1972, 1977 y 1991. (En medio sufrió la peor debacle de su historia, cuando en 1979 descendió a Primera C, tenía un mínimo puñado de socios, una deuda millonaria y el yugo de un juicio con la AFA). Si bien se trataba de una institución con historia, que bien podía golpearse el pecho al recordar dos maravillosos equipos, Los Globetrotters subcampeones de River en 1956 y Los Albañiles de 1964, el hecho de tener un masa societaria reducida, una situación económica inestable y un arcaico estadio íntegramente de tablones de madera hacían temer que la historia de los últimos fantasmales pasos en Primera se repitiera.

Pero a partir de esa debilidad, el Granate construyó uno de los mayores y más exitosos crecimientos de la historia de nuestro fútbol. Desde aquel ascenso a inicios de los 90 se consolidó en Primera con un proyecto futbolístico a largo plazo basado en un impecable trabajo en divisiones inferiores; hoy una de las mejores canteras del fútbol nacional. Incluso cuando las cosas no salían y el equipo estaba lejos de realizar buenas campañas, desde una conducción tan seria como convencida supieron detectar muy prontamente los errores cometidos para retomar la línea trazada.

Institucionalmente los pasos se sucedieron con una velocidad asombrosa: lograron hacer de un estadio vetusto uno moderno, con comodidades y un aforo muy importante; reformaron su sede, trasformándose en un orgullo para la ciudad; sumaron una gran cantidad de actividades amateurs y se convirtieron en un ejemplo desde sus iniciativas sociales, culturales y educativas. Recientemente inauguraron debajo de una de las tribunas del estadio una concentración de lujo para los chicos de las inferiores oriundos de distintos puntos del país.

Esa visión integral de lo que una institución deportiva cimentada estructuralmente en el fútbol profesional debía ser y el trabajo consecuente a esa premisa tuvo su merecido premio con la conquista de su primer y hasta ahora único título local en 2007. Antes, en 1996, había alzado la Copa Conmebol, un torneo internacional de tercer orden, pero que le sirvió al club para creer en que un logro grande, como el que posteriormente consiguió, era algo posible y no una quimera.

Si bien hacía años que la apuesta era por sus divisiones inferiores, tras las malas experiencias que implicaron las etapas de Néstor Gorosito y Carlos Ramacciotti como entrenadores, Lanús vio claramente que no sólo lo mejor que podía poner en cancha provenía de su semillero, sino que entendió que para maximizar los resultados era necesario que la conducción recayera también en alguien de las entrañas de la institución. Así, decidieron que Ramón Cabrero se haga cargo del primer equipo. Pese a que tenía casi 60 años y una corta y lejana experiencia como entrenador, conocía muy bien a muchos de los muy buenos talentos juveniles que pedían pista. El contrapunto generacional con el DT lo aportaba su ayudante de campo, Luis Zubeldía, quien asumía ese rol y el de entrenador de la Reserva con apenas 23 años, luego de un retiro prematuro producto de una osteocondritis que mató la carrera de un volante que prometía mucho desde Lanús y las selecciones juveniles (disputó los Mundiales Sub 17, en Egipto 1997, y Sub 20, en Nigeria 1999).

Cabrero se hizo cargo del equipo luego de la 13º fecha del Apertura 2005, tras la derrota 4 a 1 ante River que marcó la salida de Gorosito. Entonces, el objetivo principal era engrosar el promedio y escaparle a la Promoción, instancia que había disputado en 2002. Pese a las dificultades propias de un equipo que no venía bien, Ramonín obtuvo el 50 por ciento de los puntos en juego: 9 en seis fechas. Al siguiente torneo, tras realizar la pretemporada y sabiéndose técnico definitivo y no interino realizó una sensacional campaña al lograr un subcampeonato. Los dos torneos siguientes, en los que repitió la sexta posición, fueron la antesala de la gloria máxima: el título del Apertura 2007.

El Clausura 2008 fue muy malo. Incidieron el desgaste de la doble competencia al disputar la Copa Libertadores –certamen que jugaba por primera vez-y las lesiones para que el Granate termine 16º, apenas 3 puntos por sobre el último. La decisión de Cabrero fue alejarse de la dirección técnica para ocupar la coordinación general del fútbol y su apuesta y la de la CD fue dejar a Zubeldía, de apenas 27 años, al frente del equipo. Con tremenda madurez y muy interesantes conceptos futbolísticos, en su primer torneo como DT el equipo terminó cuarto, sólo por debajo de San Lorenzo, Tigre y Boca, los tres equipos que definieron el título en un triangular final. Con apenas dos puntos menos que los que llegaron mano a mano al final, había sido, para muchos, el equipo que mejor fútbol había desplegado en el torneo.

Trascurridas seis fechas del presente torneo, Lanús está solo en lo más alto de la tabla de posiciones con 15 puntos. Incluso podría tener puntaje ideal si ante Gimnasia, en La Plata, hubiese tenido un poco de fortuna y un arbitraje justo. De todas maneras, pase lo que pase el, próximo fin de semana no se bajará de la cima, ya que su escolta, Vélez, suma 12 unidades. El último sábado defendió la punta en la victoria 2 a 1 ante Colón con un equipo en el que fueron reservados varios titulares, en una demostración de la inagotable aparición de recursos de los que dispone. Jugadores como Sebastián Blanco, José Sand y Matías Fritzler estuvieron en el banco a la espera del próximo partido ante Everton, de Chile, un encuentro clave para las aspiraciones de continuar en la Libertadores. Porque Lanús es puntero mientras atiende tanto al frente doméstico como al internacional, aunque si resiste la tentación y deja de lado el certamen continental para concentrase en el Apertura será el principal candidato a adjudicárselo.

El proceso iniciado con Cabrero y continuado hoy con Zubeldía se sustenta en la solidez institucional y económica que le permite al club vender poco y muy bien y pagar los sueldos necesarios para que ninguno de sus futbolistas presione por irse. Esto pasa, además, por la identificación de los jugadores con el club. Y no sólo con los que provienen de las inferiores, para lo cual basta con mirar el caso de Sand. El correntino fue el goleador del último torneo y es uno de los mejores artilleros de la Argentina; sin embargo, pese a orillar los 30 años, no pide a gritos una transferencia, porque encontró en Lanús su lugar en el mundo: un club que hizo un gran esfuerzo por sumarlo a su plantel, que le paga lo que vale y donde la gente lo adora.

En todos estos años de crecimiento, Lanús no tuvo elecciones para elegir a sus autoridades. Esa circunstancias no fue porque se le puso trabas a quienes quisieran participar, sino que cuando el equipo descendió a la tercera categoría las agrupaciones políticas del club se dieron cuanta que en la unidad estaba el crecimiento y que éste se daría solamente con pautas inequívocas: buena y austera administración, claridad en las cuentas, apertura a los socios, trabajo a largo plazo en las divisiones inferiores y, más tarde, controlar las conductas de los representantes y mantener a raya a los intermediarios. Forjó así una identidad que evidencia una clara comunión entre todos y cada uno de quienes forman parte de la vida del club. Así, Lanús es hoy un ejemplo, un modelo y una fantástica realidad.
(Foto: Esfutbol.es)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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