lunes, 3 de diciembre de 2007

Lanús campeón, deuda saldada

Con la consagración del equipo del sur el fútbol argentino salda una deuda interna, que es la de ver la coronación de uno de los equipos que merecía un título y hasta ahora no lo había conseguido. Un campeonato que rápidamente podría pasar al olvido será recordado por darle su primer título al conjunto granate. No había un nuevo campeón hacía 23 años, cuando Argentinos Junios se quedó con el Metro 1984.

La nula organización del torneo, con equipos que lo comenzaron tarde, otros que lo terminan antes, partidos definitorios a distintas horas y la pobreza en cuanto al juego no son culpa de Lanús, que se hizo fuerte en este desmadre y entendió que para ser campeón del fútbol argentino en estos tiempos no hace falta brillar, sino ser el más regular entre 20 conjuntos en un cuatrimestre.

Premio justo para Lanús es esta consagración, por su historia y su actualidad, con el agregado del orgullo de haberlo logrado con un equipo bien de la casa, Made in Lanus, y con el broche de oro de dar la vuelta olímpica en la mítica Bombonera. Desde Guidi y Arias se sustentó un proyecto de crecimiento que no se detuvo en más de una década, pese a haber atravesado por momentos futbolísticos difíciles, como fue la disputa de la Promoción en 2002. En esas circunstancias primó el proyecto a largo plazo y la coherencia dirigencial no abdicó.

Hombre de la casa, Ramón Cabrero asumió como interino, pero logró una continuidad de trabajo desde el correlato de lo hecho en inferiores y se ganó un lugar que con los laureles de este campeonato, por tratarse de Lanús, lo podrían trasformar en el Ferguson argentino pese a sus 60 abriles. Él y los dirigentes entendieron que mantener en el club a los muy buenos y jóvenes jugadores que tenían era el cimiento para ir por la gloria. Y los retuvieron, sin liquidarlos a mejor postor. En lugar de traer jugadores a préstamo de relleno, hilaron fino e hicieron el esfuerzo donde era necesario: desembolsaron casi un millón y medio de dólares por José Sand, quien poco tiempo atrás había vestido nada menos que la camiseta del rival de siempre. El correntino respondió a esa confianza con los goles que hoy valen un campeonato, el primero en 93 años de historia granate.

A diferencia de técnicos de equipos grandes, de camiseta pesada, que con pánico de hacerse cargo de campeonatos armados a medida se escondieron en el "paso a paso" o el “piano a piano", Cabrero se hizo cargo y cuando se vio arriba reconoció que les encantaba ser candidatos. Es más, cuando la vio bien perfilada, pese a que nada estaba definido, aseguró que tenían el 60 por ciento del campeonato en el bolsillo. Sus jugadores bancaron la presión de ir por el primer título de su historia y una vez que agarraron la punta no la largaron más.

Tuvo su dosis de suerte. La eliminación sobre la hora de la Copa Sudamericana a manos de Vasco Da Gama en Brasil terminó por ser un alivio, ya que le permitió poner todas las fichas en un pleno al campeonato con el cual, finalmente, se quedó, mientras que muy distinta podría haber sido la historia de seguir alguna fase más en la competencia internacional.

Descendió a la C en 1979. No llegaba en aquel momento a los 300 socios y tenía una deuda cuantiosa. Se quedó tres temporadas en la tercera categoría del fútbol argentino. De ahí en adelante todo fue crecimiento, pese a los descensos y ascensos de la década del 90. El trabajo actual de Cabrero encuentra sus antecedentes en las conducciones de Russo y Cuper. En Lanús nada es casualidad.

El fútbol argentino paga una deuda con este nuevo campeón. Lo que hasta hace poco fue sueño y ahora es realidad para el Granate alimenta el sueño de los hinchas de equipos que también merecen su gloria, como Gimnasia, Banfield o Talleres de Córdoba. El festejo ajeno de hoy puede ser el suyo mañana.
(Foto: Clarin.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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