
Con Argentina en ventaja y Alemania ahorcada por el reloj, las decisiones desde el banco argentino no parecieron ser las más convenientes: reemplazar a un insípido Riquelme con Cambiasso y propiciar el ingreso de Cruz -que hizo lo mismo que en sus pocos partidos en muchos años de selección: nada- en lugar de Crespo, quien nunca encajó en el ideal de juego de Pekerman. Más que para los dos jugadores del Inter el partido se presentaba a pedir de la entrada de alguien capaz de tener la pelota, como Aimar o Messi, y un atacante rápido, que pudiese hacer el mismo daño que Tevez produjo antes de que su físico se desgaste, léase Saviola o el mismo Messi.
Los cambios hechos por Pekerman, retrazaron al equipo y evidenciaron el temor que el olfato alemán detecto. Entonces los de Klismann fueron a buscar el empate con mayor decisión y sabiendo que Argentina no generaría contragolpes riesgosos. El resto es la historia ya conocida: el empate de Klose (por errores en la marca), el alargue, los penales y la eliminación.
(Foto: Clarin.com.ar)
Patricio Insua
patinsua@gmail.com
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