lunes, 22 de junio de 2009

Estudiantes, un gran equipo con ansias de gloria

Desde el momento en que el torneo Clausura se encaminó de tal modo que Huracán, Vélez y Lanús se convirtieron en los candidatos al título (los de Luis Zubeldía quedaron relegados este fin de semana) se abrió un debate futbolero sobre cuál de los tres es el mejor equipo. Pese a la imposibilidad de establecer los parámetros para llevar adelante esta discusión, la misma de todas maneras siempre existe. Injustamente, en algún momento no se contempló a Estudiantes de la Plata en esa conversación, pese a que como mínimo está a la misma altura que quemeros, fortineros y granates. Si bien es cierto que el Pincha nunca estuvo cerca de los primeros lugares del torneo local, su actuación en la Copa Libertadores bien ameritaba considerarlo como el mejor equipo del país. Históricamente habituado al segundo plano mediático, desde aquel mítico multicampeón concebido por Osvaldo Zubeldía, este Estudiantes sí despertó un marcado reconocimiento tras la victoria ante Defensor Sportig, de Uruguay, y la clasificación a las semifinales del certamen continental por quinta vez en su historia (la última fue en 1983), donde se verá las caras ante otro histórico copero, Nacional de Montevideo.

Estudiantes lleva varias temporadas de un marcado crecimiento futbolístico a partir de un orden dirigencial que permitió el armado de planteles con los recursos necesarios para tener un protagonismo principal. Compras puntuales y un gran trabajo mantenido en el tiempo en sus muy buenas divisiones inferiores convirtieron al León en un equipo con una definida identidad a lo largo de los últimos años, algo que también logró Lanús.

A mediados de 2006, la llegada de Juan Sebastián Verón, hijo dilecto de la casa y jugador de clase mundial, le dio al equipo el salto de calidad que necesitaba, lo cual quedó patentado con la conquista del Apertura de ese año. Hizo una gran diferencia económica en su carrera, disputó Mundiales, jugó en los clubes más poderosos y ya está para siempre en la idolatría máxima del pueblo pincha. Pese a esto exhibe una entrega innegociable, porque en lugar de recostarse en su carácter de estrella absoluta predica con el ejemplo, de modo tal que ninguno de sus compañeros pueda relajarse ni guardarse nada.

Indudablemente, el conjunto platense tiene una historia íntima con la Copa Libertadores, una mítica épica que influye, porque los jugadores que hoy visten su camiseta la conocen, la tienen en su cabeza, y eso genera un plus mental, una motivación extra, que en el fútbol nunca puede desestimarse.

Ahí está Estudiantes, protagonista como desde hace rato y otra vez, después de más de un cuarto de siglo, en las instancias decisivas de la Copa Libertadores. Enfrente tendrá casi un espejo, un contendiente de condiciones muy similares: gran presente, tres veces campeón continental y otra vez semifinalista después de más de 20 años. Será la reedición de una vieja rivalidad de antaño, con buenos antecedentes para el Pincha, que lo enfrentó y lo venció en las semifinales de dos de las tres copas que ganó, las de 1969 y 1971. Su aspiración de volver a la cima de América tiene argumentos sólidos.
(Foto: Rionegro.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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