jueves, 24 de julio de 2008

Tensiones del fútbol olímpico

Desde su primera edición allá por 1930 a iniciativa del francés Jules Rimet, la Copa del Mundo se convirtió en la máxima cita del mundo del fútbol, lugar que hasta entonces ocupaban los Juegos Olímpicos. En París 1924 y Ámsterdam 1928 los charrúas se convirtieron en la principal potencia del balompié al quedarse con el oro olímpico, por eso Uruguay fue elegido para albergar el primer Mundial, el cual marcó el inicio de la era comercial del fútbol. Hoy, manejado a escala global por la FIFA implica un gigantesco negocio de cifras astronómicas no exento de sospechas sobre manejos turbios.

Lo cierto es que desde 1930 el fútbol se ha transformado en motivo de pleito entre la FIFA y el Comité Olímpico Internacional. Claro que no se trata de una disputa inocentemente deportiva, sino que hay fuertes intereses encontrados. Las negociaciones, las roscas políticas, entre ambos terminaron por arrojar un resultado inverosímil. Los JJ.OO se disputan con menores de 23 años, una categoría que no tiene ninguna competición en la FIFA. En realidad ni siquiera se trata de selecciones Sub-23, ya que pueden incluirse en la nómina tres jugadores sin dicha restricción, licencia que la federación regente del fútbol mundial no permite en ninguno de sus certámenes juveniles.

Al argumentar que la cita olímpica no está en el calendario de la FIFA, Barcelona se niega a entregar al seleccionado dirigido por Sergio Batista a su máxima estrella, Lionel Messi, quien viajó con el equipo catalán a Escocia para realizar la pretemporada. El presidente del COI, el belga Jacques Rogge, aseguró que hay obligación de ceder a los menores de 23 años y que si esto no ocurre los clubes no podrán utilizar a los jugadores mientras transcurra Beijing 2008. Esto le impediría al conjunto culé contar con el delantero argentino para la fase preliminar de la Champions League, motivo exclusivo de la disputa.

De reacción tardía, la FIFA ratificó a Rogge al dar a conocer un comunicado firmado por su presidente, Joseph Blatter, en el que asegura que "la liberación de jugadores menores de 23 años siempre ha sido obligatoria para todos los clubes. Obstaculizar su participación podría interpretarse como un atentado al espíritu olímpico, ya que estos jugadores forman el núcleo de los equipos que participan en el torneo olímpico de fútbol masculino". Por su parte, Julio Grondona, titular de la AFA, aseguró haber hecho todo lo posible para que Messi esté en Beijing y concluyó que sino va “mala suerte”. Siempre ocurre así con él; vicepresidente del mundo o apenas uno de los ocho vicepresidentes de la FIFA según conveniencia, amo y señor de la AFA o simplemente quien pone sus propuestas a consideración del Comité Ejecutivo de acuerdo al grado de conflictividad de nuestro fútbol.

El deseo original de Messi era participar de los JJ.OO. Así lo había pautado con la dirigencoia del Barça, pero el mal final en la Liga implicó no clasificarse en forma directa al principal torneo de la UEFA y así se desató el conflicto. Las ganas del crack no bastan, porque las presiones son múltiples. Están las del Barcelona, club que le paga una cuantiosa suma de dinero, y las de los sponsors, tanto del propio futbolista, del conjunto blaugrana, de la selección, de los Juegos Olímpicos, como de la Champions. Están quienes le reclaman a Messi que debería sumarse al representativo argentino amparado en lo dicho por Blatter. Le piden que salte todas las barreras para ponerse la celeste y blanca, como siempre lo hizo Maradona. En la comparación con Diego no existe quien le gane. Tal es la puja de intereses que se hace difícil reclamarle a Messi, de 21 años, esa rebeldía.

Si bien la FIFA y el COI se muestran en la línea respecto de la obligación de los clubes a entregar a los jugadores menores de 23 años, hay que contemplar que se trata de dos enemigos íntimos que se miran con eterna desconfianza. El ente olímpico se enfurece por la ausencia de estrellas del balón, pero la máxima autoridad del fútbol omite sanciones a los equipos que no ceden a sus figuras. Porque mucho no le preocupa, su negocio es el Mundial. Ahora es el momento del circo de los señores de los anillos, con lo cual don Joseph pensará "que se arreglen ellos", que de movimientos oscuros saben tanto como en la sede de Zurich.
(Foto: As.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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