lunes, 21 de julio de 2008

Las implicancias sociales de albergar un Mundial

En los últimos meses trascendió que Sudáfrica podría perder su condición de organizador de la próxima Copa del Mundo. La primera alternativa que se escuchó fue España y más recientemente el rumor apuntó a Brasil, a quien ya se le atribuyó la competición para 2014. El motivo del cambio radicaría en la imposibilidad de que la nación del sur africano llegue a cumplir con los estándares que exige la FIFA para sus certámenes. Entonces, la cuestión esencial que surge es dónde deben disputarse los Mundiales.

Es posible señalar dos vías. Una, que la máxima cita del fútbol mundial debe realizarse en los países con más tradición en el deporte rey. Bajo esta lógica, los Mundiales nunca hubieran salido de Europa y Sudamérica, únicos continentes con campeones mundiales. De todas maneras se trataría de un conjunto muy difícil de determinar. Es indudable la identidad futbolística de Brasil, Italia, Argentina y Alemania, pero ¿hay argumentos sólidos para decir o no lo mismo de Turquía, Paraguay o Arabia Saudita? La otra, apunta a la solidez económica y social, acotando el margen a las naciones del denominado Primer Mundo, ya que un campeonato de tal magnitud implica un desembolso cuantioso para las arcas estatales. Entonces, si se trata de un país con un importante porcentaje de sus habitantes relegados, se vuelve una inmoralidad gastar cientos de millones de dólares en una competencia deportiva en lugar de destinarlos a mejorar la calidad de vida de los más postergados. Puede argumentarse que no se trata de un gasto, sino de una inversión; en tal caso cabe preguntarse si está en condiciones de hacer una apuesta tan fuerte un país subdesarrollado. El punto central es si el real negocio es para el organizador o para la FIFA.

África es el continente más mutilado por la avaricia y la codicia del hombre. La crisis humanitaria es catastrófica. Las estadísticas hielan la sangre. Promedios de vida que en muchos países no superan los 50 años, altísima mortalidad infantil, desnutrición feroz, alfabetismo mínimo, decenas de millones de infectados con HIV, todavía más desplazados y asesinados por las inagotables guerras civiles. Y la lista continúa, es tan larga como dolorosa. La tierra que primero elevó, más tarde encarceló y finalmente adoró a Nelson Mandela tiene índices por sobre la media del continente, aunque muy lejos de ser buenos; además, todavía no ha logrado superar las diferencias sociales marcadas a fuego por el apartheid. Sudáfrica ya vio incrementarse fuertemente el presupuesto mundialista original y el monto rondará los 1.300 millones de dólares, lo que ya tiene su directo correlato socio-económico negativo: la inflación de mayo fue del 10,9 por ciento por las partidas de dinero destinadas a estadios, infraestructura y demás.

El Mundial Sub 20 de 1999 se disputó en Nigeria. Jorge Da Silveira, el periodista deportivo más destacado de Uruguay, recordó que en aquella oportunidad debió aplicarse antes de viajar más de una docena de vacunas y que la FIFA había dispuesto un avión sanitario para volar a Europa ante cualquier problema de salud de dirigentes, jugadores, técnicos, periodistas o espectadores. Pasaron casi 10 años, pero el escenario no se modificó.

Alterar una sede preestablecida tiene antecedentes. La Copa del Mundo de 1986 había sido adjudicada a Colombia, pero la FIFA, apenas un año antes, trasladó la competición a México, que ya había sido organizador apenas 4 Mundiales antes.

Una década atrás, el ambicioso Joseph Blatter hizo lobby para convertirse en presidente de FIFA y lo logró gracias a los más de 50 votos que obtuvo de los países que integran la Confederación Africana de Fútbol. El apoyo llegó por la promesa del suizo de, una vez en el máximo cargo, otorgarle al continente negro su primer Mundial. Así nació Sudáfrica 2010. En campaña prometió lo que no sabía si podría cumplir. Las versiones de cambio surgieron de las propias entrañas de la FIFA y su asidero radica en que funcionarios de la casa matriz del fútbol mundial, con Blatter a la cabeza, declararon tener planes alternativos. Si el Mundial se realiza en Sudáfrica, con el tiempo se verá si se trató de algo bueno o malo para el país; si el certamen se muda, el gobierno del presidente Thabo Mbeki habrá perdido lo que ya gastó para el negocio mayor del fútbol mundial.
(Foto: Lanacion.com.ar - AP)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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