jueves, 19 de junio de 2008

Argentina con algunas luces y más sombras

En los cuatro encuentros que disputó en los últimos 15 días, la selección mostró algunos aspectos favorables, pero, con más fuerza, volvió a exhibir una cara preocupante. Disputó un muy buen partido ante México y uno aceptable, discreto, ante Brasil. En tanto, los rendimientos ante Estados Unidos y Ecuador evidenciaron la mala utilización de los talentos de los que se dispone al no poder conjugarlos en un equipo compacto y con una identidad definida, en lugar del heterogéneo apilado de identidades propias. Recapitulemos en una crónica, brevemente, qué fue lo que ocurrió en cada partido.

Ante México, el 5 de junio, Argentina presentó una línea de tres con Nicolás Burdisso, Martín Demichelis y Fabricio Coloccini, mientras que Messi jugó libre por detrás de la dupla de ataque compuesta por Sergio Agüero y Julio Cruz. Esa victoria 4 a 1 en el Qualcomm Stadium de San Diego, Estados Unidos, exhibió el juego más vertical y veloz de lo que lleva esta segunda era de Alfio Basile como seleccionador nacional, lo que generó, a partir del cambio de esquema y de funcionamiento, una renovada ilusión. Apenas tres días más tarde, en Nueva Jersey, el dueño de casa plantó un armado destinado a neutralizar al rival y lo consiguió, en buena medida gracias a la falta de respuestas colectivas del equipo de Basile; fue 0 a 0. Algo de esto se repitió el día 15, al disputarse el primer choque por la tercera manga de la Eliminatoria mundialista. Argentina enfrentó en el Monumental a Ecuador y estuvo a 30 segundos de una derrota histórica (terminó 1 a 1) al reiterarse la ausencia de un esquema táctico que actúe como sostén y primar un juego laxo, sin verticalidad ni dinámica, con nula búsqueda de forzar el error del rival para generar peligro y aguardando, en cambio, que se abran los espacios por decantación para llegar así al gol. La última escala fue, 72 horas más tarde, en Belo Horizonte, donde Argentina jugó un partido aceptable si se toma como parámetro que en un partido no es necesario ser el mejor del mundo, sino simplemente más que el rival. De todos modos, ante un muy flojo Brasil, quedó la sensación de que se atacó muy poco, de que faltó audacia para ir a buscar con decisión y protagonismo y así quebrar el 0 a 0 final.

El recorrido cronológico evidencia que las gratas novedades implementadas ante México terminaron por diluirse en los dos partidos siguientes en ese juego lateral, insípido, y falto de sorpresa y orden táctico que ha sido característico en ese ciclo. La ausencia de espíritu de equipo no tiene que ver con la falta de solidaridad entre los protagonistas –algo que no sucede-, sino que se remite a la falta de un trabajo táctico que equilibre, prevea variantes, establezca sociedades (sí es de celebrarse la de Javier Mascherano y Fernando Gago en el Mineirao) y cohesione las capacidades individuales. Esta selección está basada, exclusivamente, en las capacidades particulares de cada integrante y así no hay equipo posible.

Al margen del juego, se impone una digresión referida a la conducta de Basile, ya que incurrió en un hecho repudiable. Su imagen insultando a Isaac Mina, lateral izquierdo de Ecuador, cuando el equipo dirigido por Sixto Vizuete se imponía 1 a 0, es uno de los comportamientos más patéticos que se recuerden en la selección en los últimos años. Ese proceder por parte de quien debe conducir es una síntesis que habla por sí misma.

Los dos puntos obtenidos de los últimos 9 en juego por las Eliminatorias no implican un problema, ya que con este formato para el camino mundialista se da por descontado que Argentina sumará lo necesario para estar en Sudáfrica 2010. El inconveniente principal radica en la reiteración de errores y carencias, que a la hora de enfrentar a selecciones poderosas suelen acarrear derrotas. Desde que reasumió la conducción del seleccionado, Basile tuvo cinco enfrentamientos ante habitantes del primer mundo futbolístico y sólo le ganó a Francia, 1 a 0, en Saint Denis en febrero de 2007; el resto fueron dos derrotas (3 a 0) y este reciente empate ante Brasil y caída (2 a 1) frente a España.

La selección argentina cuanta con los futbolistas necesarios para armar un plantel de lujo, quizá el mejor del mundo a la hora de juntar 25 o 30 jugadores. En ese contexto se cuenta con una de las máximas estrellas mundiales, Lionel Messi, y dos talentos reconocidos ya en las ligas más prestigiosas de Europa, Carlos Tévez y Sergio Agüero. Sien embargo, a la hora de buscar un jugador símbolo, al momento de designar un abanderado futbolístico, el elegido es Juan Román Riquelme. Entonces la selección se arma, se amolda, entorno al número 10 de Boca y el equipo nacional es muy grande y dispone de demasiados muy buenos recursos como para hacerlo girar en un romancentrismo.

Entre 1990 y 1994 Basile fue el hacedor y conductor de un equipo nacional que ganaba a partir de un muy buen juego, ofensivo, con dvértigo y personalidad. El Mundial de Estados Unidos fue una frustración más, pero las circunstancias entorno al doping positivo de Diego Maradona generaron una situación muy particular como para englobarla en un análisis general. Lo cierto es que poco tiene que ver aquella selección con esta, pese a que el DT es el mismo. Al parecer, la evolución (para bien o para mal, consideración propia de cada uno) del juego y las realidades organizativas imperantes no han sido interpretadas correctamente por el seleccionador nacional y por eso hoy el equipo expone a cuentagotas la potencialidad de la que dispone.
(Foto: Clarin.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

3 comentarios:

Fernando Salceda dijo...

Desde mi punto de vitsa, la evolución del trabajo de Basile es para mal. Intenta dirigir a la Selección con los mismos métodos y convicciones con los que lo hacía hace más de una década y no hace falta mucho para darse cuenta de que muchísimas cosas han cambiado en ese lapso.
Hoy, mal que le pese al "Coco" y sus incondicionales, no se puede entregar ninguna ventaja; y trabajar poco, no seguir de cerca el rendimiento y la actualidad de los que juegan en Europa y confiar más en el talco que en la táctica y la estrategia es entregar ventaja.
De lo que hizo con Mina, mejor ni hablar. Da vergüenza ajena.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Fernando, muchas gracias por visita y tu cometario. Estoy de acuerdo con lo que expones; buscar lo que escribí en este mismo blog sobre la selección en esta segunda era Basile lo evidencia. Pero el partido ante México fue el único en el que vi algún esbozo de lo que me gustaría para el equipo nacional.
Los malos modales, las exacerbación cábalas y la ausencia de trabajo táctico (pelotas paradas, movimientos de desmarque y sorpresa, relevos defensivos, desprendimientos, etc.) son, entre otros, los vicios en los que se reitera y seguirá reiterándose la selección. Al parecer habrá que resignarse a eso hasta le final de este ciclo.

Santiago Carreras dijo...

Una aclaración: esta Selección mantiene también muchos de los vicios de la primera etapa de Basile. Si bien es recordada por un buen juego (más las victorias en Copa América 91 y 93), la clasificación al Mundial estuvo en riesgo, tanto que se debió recurrir a un repechaje. Durante el Mundial se le ganó claramente a Grecia (rival menor) y con esfuerzo a Nigeria tras ir perdiendo. Después de la salida de Maradona, el equipo de Basile cayó ante Bulgaria y fue eliminada por Rumania. La ausencia de trabajo ya se veía en aquel entonces, pero la número 10 tapaba todos los baches.