domingo, 30 de marzo de 2008

Sin identidad futbolística no hay equipo

El encuentro disputado por la selección argentina ante la egipcia en El Cairo resaltó los mismos interrogantes que el equipo conducido por Alfio Basile había expuesto en muchos de sus anteriores amistosos. Tan bajo nivel de juego como el mostrado ante el campeón africano, con la calidad de jugadores de los que se dispuso (pese a las ausencias de Messi y Tévez), evidencia falencias en la conducción, en el modo de entender la dinámica actual del juego. Un fútbol lateral y cansino con estos intérpretes se entiende solamente si el entrenador les pide a los futbolistas que apacigüen la dinámica que los hace destacarse en sus equipos, en lo que implicaría la paradoja de alterar las características que los llevan a destacarse y ser citados.

Basile asegura que el corto tiempo que pasa con los jugadores lo limita sólo a un rol seleccionador. La falta de tiempo de trabajo es una realidad. El negocio del fútbol hoy parece pasar más por las competencias de equipos que por las de selecciones. Dada esta característica, es necesario un cuerpo técnico que sepa maximizar cada minuto con los jugadores para trabajar intensivamente y darle una identidad definida al equipo, una base táctica y estratégica que permita aprovechar los talentos de los que se dispone. Es claro que Basile no ha sabido hacerlo.

En su primer ciclo, a principios de los 90, Basile elaboró un equipo con un espíritu propio, vertical, que presionaba y tenía variantes. Las cosas han cambiado de aquel momento hasta hoy, donde la organización -cuestionable, por cierto- es otra y a la cual Basile, por sus características de entrenador, demuestra no poder adaptarse.

Tras el encuentro, el entrenador nacional dialogó con la prensa para dejar sus habituales frases vacías de contenido, carentes de buen gusto y cómicas en el mejor de los casos. Del juego propiamente dicho, muy poco. A esta altura, resulta evidente que Basile no comprenderá que expresa ante los medios cuando se ocupa un lugar relevante implica responsabilidad, ya que lo que se dice llega a oídos de muchos millones de personas en todo el mundo (seguramente en los medios de todo el globo aparezcan más referencias a la selección que a la política argentina) con lo cual deben cuidarse las formas y hacer un esfuerzo por aportar contenidos y no palabras vacías.

Argentina dispone de una enorme cantidad de jugadores de muy buen nivel internacional. Dentro de este grupo hay una elite selecta de cuatro cracks jóvenes que se destacan con gran protagonismo en clubes de renombre en Europa. Se trata de Lionel Messi, Carlos Tévez, Sergio Agüero y Javier Mascherano. Sus actualidades vislumbran que en menos de dos años y medio, cuando se dispute el mundial de Sudáfrica, estarán por encima todavía de su ya muy exitoso presente. Sólo con orden se podrá capitalizar del mejor modo un grupo de futbolistas de lujo.

Avanza el proceso de Basile, la segunda parte de su historia en el seleccionado, y los interrogantes no se disipan. Falta de dinamismo y variantes exponen a un equipo que ha logrado imponerse en varios partidos, ante rivales menores, por la jerarquía individual de sus jugadores, que pese a todo y por peso propio, pueden hacer la diferencia. Sin embargo, esa impronta individual es evidente que no da hoy un equipo que ofrezca garantías o cuyo juego pueda elogiarse y, seguramente, tampoco servirá para volver a estar en la definición de un Mundial.
(Foto: Rionegro.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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