miércoles, 23 de enero de 2008

El crack que derrumbó prejuicios

El origen humilde, la crianza en una barriada además de pobre con fama de refugio de delincuentes, la mala dicción, el gusto por la cumbia y la forma introvertida mostrada en cada entrevista alimentaban los malos prejuicios de una sociedad aficionada a imaginar la caída incluso antes del despegue. Pero Carlos Alberto Tévez se encargó, con sus extraordinarias actuaciones -apoyadas en goles y una entrega que jamás retacea nada-, de callar esas odiosas voces que le auguraban un breve paso por Inglaterra y no los casi dos años de permanente evolución que ya lleva una de las ligas más fuertes de Europa.

Una gran mayoría de futbolistas crecidos en una niñez dominada por las privaciones parecería suspender en el ámbito de la pelota la división clasista que opera en el país. Así, las divisiones inferiores de los clubes igualan a los pibes que se destacan en el pedregullo y a los que despuntan los fines de semana en los torneos intercolegiales de institutos educativos privados. Sin embargo, la apertura masiva de las ligas europeas, importadoras de talentos criollos a sus coquetos certámenes, le dio un nuevo argumento a la neo inteligenzia. Entonces, el prejuicio se instaló en si esos jóvenes, crecidos en el borde de la marginalidad o dentro de ella, pueden adaptarse a la culta y respetuosa Europa. “¿Cuánto puede durar Tévez viviendo en Inglaterra?”, se preguntaban muchas voces con pretensiones de alta alcurnia. Por supuesto que tal jactancia nunca se extiende a los profesionales hijos de la clase media acomodada que, generalmente, no llegan a quedarse en el Viejo Mundo una década.

Nunca es fácil llegar a un equipo de superestrellas. Suele ser complejo para el recién llegado ganarse un lugar entre jugadores de jerarquía mundial. Esos vestuarios, que combinan millones de euros, egos y vanidades, no suelen ser lugares distendidos. Pero con trabajo y sin quejas ni problemas, Tevez logró, por su calidad y enjundia, ganarse su sitio en el poderosísimo Manchester United. Poco tardaron Giggs, Cristiano Ronaldo y Rooney –con quien claramente ya estableció una sociedad futbolística-, las figuras más destacadas del conjunto dirigido por Sir Alex Ferguson, en reconocer la valía del ex Boca, Corinthians y West Ham para otorgarle un lugar protagónico en el ataque de los Red Devils.

No todo fue placentero desde su explosión en el fútbol profesional y debió atravesar situaciones difíciles. Fue rehén de Boca cuando el club entonces presidido por Mauricio Macri lo colocó en una situación por demás incómoda cuando fue citado para el Mundial Sub 20 disputado en Arabia Saudita (figuró en la lista definitiva con la casaca número 10 pese a que no acudió a la competencia). En Corinthians fue ídolo, capitán y goleador del Brasileirao obtenido por el Timao en 2005, pero no lo recibieron en Brasil con los brazos abiertos y tuvo una tormentosa salida tras su regreso del Mundial de Alemania. Y la más difícil de todas, fue –y tal vez lo siga siendo- su vínculo con el MSI de Kia Joorabchian.

Seguramente no tome el té a la cinco de la tarde y siga con el mate todo el día. Seguramente no escuche a los Beatles, los Rolling Stones, Queen o The Police y le dé volumen a la cumbia. Seguramente no encuentre familiaridad entre los punks de Piccadilly Circus y los milongueros de San Telmo. Pero ahí está el hombre. Firme. Para hacer delirar a quienes llenan Old Trafford y para ser objeto de atención permanente en el resto de los estadios ingleses. Ahí está Carlos Tévez. Siempre desequilibrante, siempre corajudo, siempre vinculado al gol. Ahí está Carlos Tévez, el hombre que se impuso y derribó todos los prejuicios.
(Foto: Infobae.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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