miércoles, 30 de mayo de 2007

Fútbol y política

Es sabido que los presidentes de Boca y River son más conocidos por el grueso de la población que los ministros nacionales. No se trata de un mal argentino. Los ciudadanos de las naciones primermundistas conocen a su presidente, pero del máximo mandatario para abajo a pocos o nadie.

Mauricio Macri ha cimentado su carrera política desde lo hecho como titular de Boca. Siempre supo perfectamente lo que ese lugar implicaba. Tanto que antes de las pasadas elecciones a jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires había anunciado que no seguiría como presidente del club, pero tras ser derrotado por Aníbal Ibarra, volvió sobre sus palabras y accedió, con irregularidades denunciadas por los opositores, a su tercer mandato como primera autoridad xeneixe. Sabía perfectamente lo que implicaba conservar ese sitio de poder.

En un fuerte año electoral, pidió licencia de su cargo en Boca. Sin embargo, desde allí jugó una de sus cartas para este año: el regreso al club de Juan Román Riquelme. Se desembolsó por el crack una montaña de dólares, en contradicción con la histórica austeridad económica de Macri al frente de Boca y por la cual Diego Maradona lo apodó “Cartonero Baez”. Estaba de licencia, pero para presentar a Riquelme ante cámaras y flashes apareció como protagonista principal (también se sentó al lado Guillermo Barros Schelotto en la conferencia el la cual el mellizo anunció su partida del club). La relación con el ex Villarreal siempre fue conflictiva, pero lo repatrió. Nunca soportó a Maradona, pero en un momento determinado lo convocó para trabajar en el club. Hábil. El rédito popular siempre estuvo por sobre sus preferencias personales.

Una constante en los reportajes a Mauricio Macri -en tanto hombre de la política nacional-, en la mayoría de las oportunidades gracias a las paredes de los pusilánimes periodistas encargados del cuestionario, ha sido la finalización en tono futbolero, ya sea de la transformación de Boca en su década de presidencia o chicaneando entre sonrisas al entrevistador de acuerdo a los colores con los que éste simpatiza. Lo mismo en el otro ámbito. Las notas al Macri presidente de Boca han contenido siempre esquelas políticas (electoralistas y no en el sentido supremo del hombre como animal político). El candidato a Jefe de Gobierno ha sabido oscilar entre sus dos actividades para llevar agua de un terreno al otro de acuerdo a la conveniencia.

Junto con los logros en Boca de los cuales se jacta, otro de sus pilares de campaña es el discurso contra la inseguridad. Sin embargo, no pudo -si es que lo intentó- resolver este problema en la Bombonera, donde hasta hace poco tiempo la barrabrava (hoy con su cúpula tras las rejas) se movía con total comodidad por el club gracias a su condición de asociados, aunque con prebendas que un socio raso no tiene. La primera excusa de Macri en este sentido es que los dirigentes no arman los operativos de seguridad, por lo cual están atados de pies y manos para menguar este flagelo. Si gana en la Ciudad de Buenos Aires, la excusa será inmediatamente trasladada, ya que el manejo de la Policía Federal no depende de la Jefatura de Gobierno. No desarticuló las mafias de un universo pequeño como lo es el de Boca, pero asegura que sí lo podrá hacer en un contexto mayor como el de la Ciudad de Buenos Aires.

Lo hecho por Mauricio Macri en la Bombonera es también un fiel reflejo de su pensamiento. Los adinerados, los acomodados fanáticos de los escupitajos y los insultos, gozan de los mejores lujos y comodidades, mientras que la gente de la popular, el grueso de quienes llenan la cancha de Boca, no tienen siquiera los servicios más básicos, como ser baños que puedan ser utilizados y accesos que permitan una normal circulación.

Mauricio Macri encara de modo explícito el entrelazado vínculo entre fútbol y política, el cual muchas veces se hace de modo más solapado, al utilizar un evento deportivo como cortina para distraer a la ciudadanía, ya que sabido es que el fútbol y la televisión constituyen los principales sedantes sociales.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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