viernes, 4 de mayo de 2007

Castigo y compresión

Gastón Sessa ocupa un lugar que no merece. Vélez es lo que es no sólo por sus logros deportivos, por sus vueltas olímpicas, sino también por una línea de conducta. Y si bien el arquero surgido en Estudiantes de La Plata es en lo técnico uno de los cuatro o cinco mejores del país, su proceder no se compadece con el del club. Vélez no merece un arquero como Sessa y menos que sea éste el capitán de su primer equipo. Alguien con esos tan repetidos malos comportamientos no puede llevar la cinta del equipo de un club que es modelo de buen proceder. No obstante, debería ayudárselo.

No se trata de hacer leña del árbol caído, de crucificarlo, de utilizarlo como analogía de todos los males de la sociedad argentina, como lo hizo buena parte de la prensa. Es cierto que es fácil señalarlo con dedo acusador, que es una actitud constante remarcar las bajezas ajenas sin mirar los malos procederes propios y que la sociedad busca sus chivos expiatorios. Está claro, también, que Sessa no es responsable de los males del fútbol argentino. Pero todas estas verdades no lo eximen de culpa. Si se lo circunscribirse al ámbito deportivo del fútbol, las actitudes del arquero se hacen indefendibles, más aún por no ser ya aisladas, sino recurrentes.

En el partido de ida por los octavos de final de la Copa Libertadores ante Boca, Sessa pegó una de las patadas más violentas y arteras de las que se recuerde. La víctima fue Rodrigo Palacio y el profundo tajo en la frente y el más pequeño debajo del ojo derecho fueron una precio de oferta por el grado de violencia con el que actuó el arquero del Fortín.

Ante Belgrano se había despachado con un trilogía de hechos condenables en un mismo partido: agredió físicamente (con un pelotazo) y verbalmente ("si te agarro te como crudo") a un alcanzapelotas, lo descalificó por su condición económica ("cuando tengas 5 palos verdes hablamos") y se retiró de la cancha con un reiterado gesto de grosería para que el fotógrafo que tenía delante no perdiera detalle. Tres días antes le había pegado un cachetazo a Maximiliano Pellegrino. En su cuenta están también el episodio con Pezzota, el incidente en el túnel de la cancha de Lanús para pelearse con Castroman y los constantes insultos y gestos con los rivales y las hinchas contrarias.

Hay que comprender a quienes actúan de un modo que no es correcto; definitivamente sí. Sería bueno que Vélez colaborase en conseguirle a Gastón Sessa la ayuda profesional que le permita cambiar su conducta. Pero, a su vez, esto no implica que deje de aplicarse el castigo correspondiente. Vélez, modelo de buen proceder, no se merece a Sessa, no merece que éste sea su capitán.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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