miércoles, 6 de junio de 2007

Rumbo perdido

La breve gira de la selección argentina por Europa, después del empate ante Suiza en Basilea y la victoria ante Argelia en Barcelona, dejó en claro que el conjunto dirigido por Alfio Basile no encuentra el rumbo. Podrá decirse que la selección nacional se impuso en un partido e igualó en otro... o que no le pudo ganar a Suiza y que Argelia le hizo tres goles.

Exaspera ver como el equipo de Basile se diluye en pases intrascendentes, como se entretiene con la pelota sin ninguna productividad. Se torna inconsistente, laxo y desequilibrado. Defensivamente juega mal a partir de no cumplir con requisitos básicos: no se escalona, no cubre espacios y sigue la pelota sin importarle el movimiento de los posibles receptores. Los tres goles que le anotó Argelia en el Camp Nou es muy difícil que los reciba en un mismo partido un equipo de la Primera B Metropolitana. El seleccionador nacional (¡qué pena escuchar el modo de expresarse de Basile con los medios, luego de haber tenido las conferencias de prensa de Marcelo Bielsa!) atribuyó a la suerte, a una noche inspirada, la pegada de Nadir Bechadj. Muchos equipos ejecutan tiros libres de ese modo, es sólo cuestión de trabajo buscar el modo de contrarrestar el daño que puedan ocacionar.

En la fase ofensiva, pese a las muy buenas individualidades, las dificultades también quedan evidenciadas. Como prueba vale mencionar que antes de los cuatro goles -dos de penal- a Argelia, el equipo de Basile sólo había anotado 3 en 5 partidos. Desde que Bielsa dejó su cargo al frente del equipo nacional, la verticalidad y la presión brillan por su ausencia. Hoy la selección se entretiene en una red de pases intrascendentes, que no llegan a enmarañarse por la calidad individual de los jugadores argentinos; para futbolistas de esa categoría es un juego de niños mover la pelota a lo ancho de la cancha.

Argentina juega a la más fácil, a rotar la pelota hasta intentar ingresar por un hueco que se produzca solo; no busca perforar. Esa ha sido siempre la doctrina de Basile: cimentar sus equipos en la jerarquía individual de sus mejores futbolistas. En esta selección es prioridad la convivencia, el aspecto humano, los asados y la mística de grupo, pero de trabajo táctico y estratégico, poco y nada.

Por otra parte, surgen interrogantes sobre la titularidad de algunos jugadores. Lionel Messi es delantero, lo mismo que Carlos Tévez y Javier Saviola. Hernán Crespo está, por rendimiento, detrás de estos tres, pero es el primer titular (aunque ante Argelia haya empezado el partido en el banco). La actualidad de Fernando Gago no es la de su aparición en Boca, por eso alterna en el Real Madrid, pero es él quien inicia los partidos como volante central y no Javier Mascherano. Los arqueros siguen siendo Roberto Abbondanzieri y Leonardo Franco, ¿alguno de los dos es mejor que Juan Pablo Carrizo, Mauricio Caranta, Agustín Orión, Cristian Luchetti o Germán Montoya?

Sin embargo, el problema sobre quién es titular, quién suplente y quién ni siquiera es convocado pasa a un segundo plano. No se trata de los nombres. La preocupación primordial es la ausencia de una estructura de trabajo. El fútbol actual no resiste una estrategia raquítica, independientemente de tener talentos extraordinarios, como Messi o Tevez (por su verticalidad ambos sufren con este tipo de juego), capaces de quebrar un partido a partir de su enorme clase. Basile se apoya en las individualidades. Deberá entender entonces que la mejor manera de que la jerarquía de los virtuosos sea provechosa es a partir de una firme estructura en la cual recostar el gran talento de estos jugadores distintos.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

No hay comentarios: