martes, 1 de mayo de 2012

La ida de Guardiola cerró la era más brillante

El mejor equipo de la historia se quedó sin su mentor, y esa partida anuncia la clausura del ciclo más fascinante. Joshep Guardiola dejará la dirección técnica del Barcelona, conjunto que con él al frente brindó un concierto futbolístico tras otro, elevando la nota cada vez cuando parecía que no se podía jugar mejor que lo ya expuesto. Nunca antes se había logrado una continuidad semejante a tan alto nivel; han sido cuatro temporadas de un fútbol total.

La admiración unánime nació de la amplitud del entrenador catalán, que se abrió a todas las escuelas futbolísticas para realizar un proceso de decantación en el cual recolectó lo mejor de cada vertiente y lo combinó. El resultado fue siempre el de once jugadores enhebrados en un dispositivo táctico con hilos de oro y liberados a la impronta de la sorpresa.

Guardiola dispuso de un gran plantel, con varios cracks, pero se preocupó por mejorar a cada futbolista. El paradigma lo encarnó Lionel Messi, quien ya era el mejor jugador del mundo cuando se puso al frente del equipo, pero desde entonces creció en sus producciones futbolísticas y contó los goles de a decenas.

Como DT, nunca descansó en el gran talento de sus dirigidos y trabajó fuertemente la estructura colectiva sin dejar ningún cabo suelto. El resultado fue un equipo que desde una tremenda dinámica conjugó marca férrea, relevos con precisión de relojería suiza, desmarques y rotación de posiciones para sorprender sin perder orden, largas posesiones sin caer en la ociosidad del inocuo pase lateral, voraz vocación ofensiva, presión constante para la recuperación, solidaridad y confianza.

Pero jugar el mejor fútbol y ratificarlo con una andanada de títulos desgasta. Al menos eso le ocurrió a Guardiola, quien en la conferencia de prensa en la que anunció su partida se refirió a la necesidad de descansar. Para muchos, esa explicación evocó a la falta de energía que había argüido Marcelo Bielsa el 14 de septiembre de 2004 en su alejamiento de la selección argentina. Precisamente el técnico del Athletic de Bilbao, al enterarse de la determinación de su colega, que tantas veces lo elogió, sentenció: “Es una pérdida mayúscula. Le dio brillo a este deporte”. La final de la Copa del Rey entre vascos y catalanes, el 25 de mayo, será el último partido de Guardiola al frente del Barcelona.

Vale preguntarse si el alejamiento de Guardiola no viene a ratificar ese gana-pierde que impera, si esa lógica no llegó a condicionar incluso a quien logró el fútbol más bello y eficaz. Si bien algunos meses atrás había dado indicios de una posible ida, es una incógnita saber qué decisión hubiese tomado de haberse consagrado nuevamente en la competencia ibérica y el contexto europeo.

Barcelona era ya un gran campeón en el ciclo precedente, con Frank Rijkaard como técnico y Ronaldinho como estrella. Y seguramente seguirá con protagonismo central con Tito Vilanova, ayudante de campo de Pep y futuro primer entrenador del equipo culé. Guardiola recibió un gran equipo, lo llevó al cénit y lo entregó con la promesa de una continuidad de lo hecho. Pero ya nada volverá a ser igual.

Se trató de su primera experiencia como entrenador, aunque había tenido un paso por la filial del elenco catalán. Desde su primera temporada había sorprendido con un juego absoluto y la conquista de todos los certámenes que disputó: Liga, Copa del Rey, Supercopa de España, Champions League, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes. Luego seguiría la prolífica cosecha de títulos; pero el legado para la institución blaugrana y para el fútbol todo es tan grande que excede esas vitrinas repletas de trofeos. Puso en cada cancha el mejor equipo que se haya visto. Pep decidió descansar; ojalá sea por poco tiempo, su presencia se hizo indispensable.
(Foto: Infonwes.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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