martes, 15 de mayo de 2012

Malos hábitos

Hay conductas, tan extendidas como reprochables, que hacen que los protagonistas no puedan más que avergonzarse. Y es porque las saben inadecuadas, pese a la habitualidad, que entonces las niegan; por pudor. Abundan en el fútbol argentino. Pero el tiempo, prolongado en algunas ocasiones y breve en otras, hace que muchas veces las circunstancias sean reconocidas.

En una nota concedida a radio La Red, Walter Erviti reveló que fue en octubre de 2010 cuando en una pausa de un entrenamiento Julio César Falcioni se le acercó y le adelantó: “Voy a dirigir a Boca y quiero que vengas conmigo”. La práctica era en Luis Guillón, cuando ambos estaban en Banfield.

Los dirigentes xeneizes se habían puesto en contacto con el entrenador cuando este se encontraba en el club sureño y ambas partes acordaron el vínculo para su llegada al club de la Ribera. Tan avanzado estaba todo que se pusieron a trabajar conjuntamente en los refuerzos y así el marplatense supo que su futuro no estaría en Peña y Arenales.

Pero todavía faltaba mucho para que finalizase el torneo que disputaban con el Taladro. No sería justo dudar del profesionalismo de Falcioni y Erviti y arriesgar que porque veían su horizonte próximo pintado de azul y oro no se abocarían plenamente al club que los empleaba. Pero lo cierto es que desde aquel octubre hasta el final del torneo Apertura, con el conductor táctico en el banco y el líder futbolístico en la cancha, Banfield ganó un partido de once y obtuvo siete puntos de 33 posibles.

El proceder de Boca, Falcioni y Erviti desató la novela de los primeros días de 2011. El jugador utilizó los peores métodos para irse de Banfield, con presiones, ausentándose de la pretemporada y con declaraciones públicas apuntándole a los mismos dirigentes que pocos meses antes le habían ofrecido un jugosísimo contrato que firmó con plena satisfacción. Todo era parte de una actuación premeditada, porque Erviti, como él mismo lo reconoció, sabía desde octubre que buscaría su salida, como fuera.

Más que un deporte y un espectáculo, el fútbol es una industria sin chimeneas y los intereses que los mueven no tienen escrúpulos. Los actores principales podrían adecentar el negocio; está en sus manos hacerlo.
(Fotos: Unorafaela.com y Ole.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

No hay comentarios: