lunes, 20 de julio de 2009

En un mercado vendedor, más que nunca es la hora de los técnicos

En la antesala de una nueva temporada, el mercado de pases del fútbol argentino se desarrolla con escasas contrataciones pero varias ventas al exterior. La doble necesidad de los clubes de contar con dinero que de liquidez a sus resquebrajadas finanzas y la necesidad de reducir las  erogaciones de altos sueldos dolarizados (cuando se especula con una suba de la divisa por sobre los cuatro pesos) propicia la ida de los mejores y también la de los que no lo son tanto

Estudiantes, Vélez y Lanús son ejemplos de responsabilidad y buen manejo administrativo, sin embargo, el Pincha debió vender a Mariano Andujar y no pudo retener a Gastón Fernández (estaba a préstamo), el Fortín anunció que deberá desprenderse de al menos una pieza de su equipo titular y el Granate cedió a préstamo a Diego Valeri al Porto, de Portugal, en dos millones de dólares por dos años (el conjunto portugués estará obligado a hacer uso de la opción de US$ 6.700.000 sólo si en ese lapso juega al menos 60 partidos).

Boca vendió a Rodrigo Palacio en 5 millones de euros, prácticamente el mismo precio que el Palermo, de Italia, pagó por Nicolás Bertolo, de cuyo pase era propietario en partes iguales con Banfield (la entidad del sur del Gran Buenos Aires también retenía una parte menor del pase de Palacio). El millón de dólares que percibía anualmente el oriundo de Bahía Blanca y la proximidad a quedar en libertad de acción hicieron lo suyo para su venta a precio de oferta. Otro que no seguirá por su alto contrato pese al pedido de Alfio Basile, DT xeneixe, es Hugo Ibarra. En el caso del club de la Ribera pesa, además, el contrato europeo de Juan Román Riquelme  y el injustificable costo-beneficio del vínculo con Carlos Bianchi en su rol de mánager.

La AFA debería legislar sobre los contratos en dólares, prohibiéndolos. Sin embargo, las políticas de la calle Viamonte 1366 siempre están lejos de apuntar al beneficio de los clubes. No hacer nada por impedir el descalabro de sus cuentas garantiza tenerlos comiendo de su mano y que la estructura viciada de la conducción dirigencial mantenga su status quo. Por eso no se controlan la finanzas de las instituciones, se les permite iniciar los torneos con los números en rojo y realizar contrataciones que se saben no podrán pagar.

En este panorama, con apenas un puñado de jugadores que realmente marcan diferencias, el trabajo de los técnicos será el elemento decisivo. La lucha por los primeros lugares la darán una firme estructura táctica colectiva y una prestación física del más alto rendimiento. Es, más que nunca, la hora de los técnicos, ya que la importancia que siempre han tenido se ve incrementada hoy por la paridad de los planteles de los equipos de Primera División.

Para salvar las formas suele escucharse que todos los entrenadores laburan. La frase, aunque cierta, es incompleta, porque no todos lo hacen con la misma dedicación ni el mismo empeño. Están los que se detienen en cada detalle y los que trabajan a reglamento. Estarán arriba los equipos cuyos técnicos armen sus equipos desde atrás, que tengan distintos esquemas, mecanicen movimientos, prevean situaciones desfavorables; en síntesis, aquellos que logren maximizar sus virtudes y neutralizar las de los rivales.

Las malas administraciones de los clubes son ya un problema estructural del fútbol argentino, avalada por la perfidia del ente que tendría que controlarlos y castigarlos. La resultante es un fútbol disminuido, con planteles volátiles y escasez de talentos, por lo que la buena mano y la dedicación de los entrenadores será, en gran medida, la diferencia entre el éxito y la frustración.
(Foto: Espndeportes.espn.go.com)

Patricio Insuapatinsua@gmail.com

1 comentario:

javier dijo...

el mayor problema me parece que es que los clubes (creo que todos, aunque con matices) tienen un déficit estructural que cubren con la venta de jugadores. por lo cual siempre tendrán que vender en mayor o menor medida.
lo de la afa no tiene nombre, porque su negocio es prestar dinero a los clubes andeudados para así tenerlos atados de pies y manos. sería bueno un tope salarial, mayor control, pero sería pedir demasiado