martes, 7 de julio de 2009

El desatino de Cappa

Desde el momento en que finalizó el partido ante Vélez y los de Liniers se consagraron campeones del torneo Clausura, Ángel Cappa, técnico de Huracán, buscó instalar que el conjunto de Parque Patricios fue despojado del título a instancias del árbitro Gabriel Brazenas, que, dicho sea, siempre fue un mal réferi. “Estoy dolido e indignado, porque aunque sus errores fueron involuntarios Brazenas le regaló la final a Vélez en bandeja y privó a la gente de Huracán de la alegría de un campeonato", sentenció el entrenador.

“Vélez fue un digno campeón, hizo un torneo excelente, pero no merecía que le regalen el título. Nos sacaron la billetera del bolsillo”, manifestó Cappa en una evidente contradicción. “Ganó el partido el árbitro. Nos anuló un gol mal a nosotros y le convalidó uno ilícito al rival. Nada menos”, completó.

Hizo especial hincapié en esa jugada protagonizada por Eduardo Domínguez en la que no se cobró gol, a la cual calificó como “la más importante” del encuentro, ya que entendió que “un partido donde Vélez tiene que ganar y pierde 1-0, es otro partido”. Cierto es que el defensor quemero estaba habilitado, pero Cappa no mencionó que esa posición lícita se dio porque lo estaba agarrando a Víctor Zapata para que no salga, ni tampoco se refirió a la inexistente falta cobrada contra Federico Nieto para dar lugar al tiro libre en que se originó la jugada.

También se quejó porque Brazenas no sancionó falta contra Gastón Monzón de Joaquín Larrivey en la jugada del gol de Vélez. Pero otra vez Cappa se tapó un ojo, ya que nada dijo de una instancia anterior en la cual Carlos Arano le metió un tremendo planchazo a Fabián Cubero que mereció sancionarse con tarjeta roja y penal para los de Ricardo Gareca. Como todos los protagonistas del fútbol argentino, Cappa no se queja de la injusticia, sino de que ésta no estuvo en su favor. No le preocupan los errores arbitrales, que aseveró los creía de buena fé, le preocupa que éstos le sean adversos y no favorables.

Bramó con justa razón por la desaparición de las pelotas tras el gol de Maximiliano Moralez, pero aquí otra vez su lectura fue parcial, ya que entre esa mezquina actitud y la del arquero Monzón haciendo tiempo sistemáticamente no parece haber una gran diferencia. Sin embargo, se permite una visión aleccionadora y apocalíptica para los más débiles: “Si esto queda impune, el fútbol argentino no tiene remedio y mandará siempre el más fuerte".

En su descargo mediático en cadena, puso siempre como ejemplo al fútbol español, donde cada fin de semana se ven las peores estafas contra los clubes chicos en el Bernabeu y el Camp Nou. No se le escuchó, ni se le leyó en sus columnas de la prensa española, quejarse de las habituales obscenidades arbitrales en favor del Real Madrid, club caro a sus afectos y verdadero poderoso mundial, nave insignia del establishment futbolista a nivel global.

Ponderó a Lanús por la consecuencia de un trabajo de años y lo mismo hizo con Vélez. Seguramente para no ser señalado destacó también a Estudiantes, el mejor equipo argentino de la actualidad, pero destacó como un mérito que lo consiguió al correrse de su línea histórica. Ahí mostró la hilacha, ya que con eso no quiso más que deslegitimar los méritos de aquel Pincha multicampeón de Osvaldo Zubeldía y desempolvar una discusión ya a esta altura anacrónica.

Vélez fue el justo campeón y Huracán un dignísimo contendiente, que estuvo a 7 minutos de quedarse con la gloria y pese a que no jugó como venía haciéndolo en el partido definitorio tuvo buenas situaciones de gol para volcarlo a su favor. Esto, sin dudas, causa un gran dolor, pero no habilita la descalificación del adversario, máxime cuando se trata de un entrenador y de alguien formado intelectualmente, analítico y reflexivo.

Cappa le hizo mucho bien a Huracán con esta campaña, que probablemente sea el punto de partida de una etapa floreciente para el Globo. Es un hombre muy inteligente y por eso busca instalar el supuesto ultraje para no hablar de la paliza táctica que le propinó Vélez y a partir de pretensiones de trascendencia, de que se recuerde mitológicamente en el imaginario colectivo a "aquel Huracán de Cappa que era una maravilla del fútbol y fue robado en la final". Contrariamente, con su patraña dialéctica desdibuja los reales méritos de un equipo que sí será recordado, pero en su justa medida, como un conjunto que con un presupuesto mínimo hizo un gran campeonato y logró la admiración de propios y ajenos, gracias al buen trabajo de sus jugadores y, también, por supuesto, de su entrenador.
(Foto: Minutouno.com - NA)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

3 comentarios:

Speranza dijo...

Excelente. Detallemos lo de los insultos al aire. ¿Está mal ocultar las pelotas? Si, no corresponde. ¿Y quién es más cobarde: él que esconde los balones, él que hace un penal asesino o él que no saca antes de los seis segundos? Hay que estar libre de pecado para andar pegando alaridos. Y pareciera que Cappa siempre tiene espacio para lanzar la piedra. Una intelectualidad muy berreta, si se me permite.

Fernando Salceda dijo...

Esconder pelotas genera el mismo perjuicio que un arquero que demora el juego hasta la exasperación cada vez que toma la pelota. Por eso fue amonestado Monzón, el arquero del "intachable" y poco memorioso señor Cappa.

Txetxo dijo...

Justo lo que vimos todos, es hipocrecía. Velez le pegó un baile de órdago, claramente hubo un equipo en ese partido.
A llorar a la Iglesia.

Txetxo.