lunes, 29 de diciembre de 2008

Honor a Tigre

La enorme campaña realizada no puede verse opacada por la frustrada coronación del que hubiera sido su primer campeonato. En 106 años de historia, Tigre nunca estuvo tan cerca de un logro como el que seguramente mereció en el desenlace del Apertura 2008. Mientras Boca festejaba la conquista de un nuevo título, difícil era quedarse únicamente en la algarabía auriazul sin detenerse en el llanto de varios de los jugadores de Tigre y el reconocimiento, también emocionante y con lágrimas, de una repleta tribuna teñida de azul y rojo que gritaba hasta la afonía el reconocimiento a su equipo.

El conjunto dirigido por Diego Cagna demostró no haber sido menos que el campeón, a quien venció en las dos oportunidades que lo enfrentó: 3 a 2 en la Bombonera, en la sétima fecha, y 1 a 0 en el último encuentro oficial de 2008. Pero terminó resultándole carísimo haber jugado sus peores 45 minutos del semestre en la primera fecha del triangular final, ante San Lorenzo. Esto, más el muy bajo rendimiento en el torneo desempate de Martín Morel, su figura y goleador, y la ausencia en el choque decisivo ante Boca de dos pilares del equipo como Daniel Islas –el mejor arquero del campeonato- y Maximiliano Castagno completaron los obstáculos que Tigre no pudo sortear. De todos modos, estuvo apenas a un gol de ser campeón, para que todo Boca tuviese que contener el aliento hasta el pitazo final del árbitro Sergio Pezzotta.

El Matador se mostró siempre como un equipo equilibrado y a la vez muy ambicioso. Fueron varios los partidos en los que sumó tres y hasta cuatro delanteros en cancha para buscar el triunfo que lo mantuviera en las posiciones de vanguardia. Sustentó su gran rendimiento desde una sólida defensa, que tuvo como baluartes a Islas bajo los tres palos y Juan Carlos Blengio, un interesantísimo mediocampo, con el destaque de Matías Giménez, Sebastián Rusculleda, Castagno y Morel, y una delantera que terminó de encontrar su mejor versión con la dupla Carlos Luna-Leandro Altobelli y el aporte de Leandro Lázaro, autor de los dos goles que marcó Tigre en el triangular.

A diferencia de San Lorenzo y Boca, sus rivales en la definición del certamen, Tigre nunca tuvo un bajón de rendimiento que se reflejara en la acumulación de malos resultados. Los de Victoria no perdieron en todo el Apertura y el desempate dos partidos seguidos; su peor racha fue entre la tercera y la quinta fecha, cuando igualó con Vélez, perdió con San Martín de Tucumán (única derrota en el estadio Don José Dellagiovanna) y empató con Racing. En cambio, los xeneixes atravesaron una racha negativa de tres derrotas (incluida la goleada en Mendoza 4 a 1 ante Godoy Cruz), dos empates y sólo un triunfo, lo mismo que el Ciclón, que también sumó apenas 5 puntos entre la undécima y la decimosexta fecha. Además, Tigre fue el mejor local del campeonato, al cosechar 24 de los 27 puntos allí disputados.

Sin complejos ni ánimo de refugiarse en declaraciones de ocasión, todavía menos por entrar en ese juego de trasladar la presión, Rodrigo Palacio reconoció antes del definitorio choque en el estadio de Racing que los de Cagna habían sido no sólo el más regular sino, además, el mejor equipo del campeonato desde su funcionamiento colectivo.

Tigre creció de golpe. Y se hizo cargo de esa responsabilidad. En su primer torneo en la máxima categoría tras una ausencia de 27 años, no acusó complejos de adaptación y cambió el habitual trastorno de llegar del ascenso por el subcampeonato del Apertura 2007. Tal campaña significó la ida jugadores importantes, como Román Martínez, Lázaro (emigró a Estudiantes para luego regresar) y Sebastián Ereros. Pero tras un Clausura de mitad de tabla obtuvo nuevamente este reciente segundo escalón en el podio del fútbol grande de Argentina. Blengio, Castagno, Giménez y Martín Galmarini (actualmente en River), jugadores históricos del club y que demostraron tener suficientes cualidades para destacarse en Primera, acompañaron todo el vertiginoso proceso que implicó pasar en apenas dos años (2005-2007) de pelear por evitar el descenso a la cuarta categoría del fútbol argentino a la obtención de un subcampeonato en la divisional de elite.

Rey sin corona, Tigre se ganó con sobrados merecimientos el reconocimiento del ambiente futbolero. Con un plantel de menores recursos en comparación con Boca y San Lorenzo, el Matador realizó una campaña tremenda, pese a que se quedó sin un título que nadie hubiera podido objetar.
(Foto: Lanacion.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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