lunes, 1 de diciembre de 2008

Patrón de estancia

Será por siempre recordada aquella imagen de Juan Román Riquelme corriendo y sacándose a sus compañeros de encima para festejar un decisivo gol ante River poniéndose las manos detrás de sus orejas frente al palco oficial a modo de reclamo. Otras veces dedicó sus faenas a Diego Maradona en su palco y recientemente lo hizo con el hijo del ex presidente boquense Pedro Pompillo, Leandro, pocos días después del fallecimiento de su padre. Pero en el triunfo del último fin de semana ante Racing por 2 a 1, JR corrió a la platea preferencial de la Bombonera para, en lugar de festejar su segundo gol, señalar a un adolescente que lo habría insultado, algo que tristemente es ya un derecho adquirido del público del fútbol. La actitud del Nº 10 xeneixe hizo que varios hinchas hostigaran al joven golpeándolo y obligándolo a salir del estadio.

Estrella de Boca y referente de la selección nacional, el talentoso mediocampista en lugar de festejar un tanto que puede ser decisivo en la conquista del título se lo enrostró a un chico que al parecer le había reclamado de mal modo y con potente vozarrón que mejore su rendimiento. Como ídolo movilizador de conductas, su gesto hizo que varios hombres mayores al inesperado protagonista lo agredieran verbal y físicamente finalizando abruptamente su tarde de espectador de fútbol, ya que para protegerlo la Policía lo hizo retirarse, en lugar de apartar del espectáculo a los agresores. Esa gente, que paga alrededor de 3.000 pesos anuales para estar en ese privilegiado sector del estadio y que regala escupitajos a los rivales, es la cabal muestra de que una cómoda posición económica muy lejos está de incluir buena educación y comportamientos esenciales a la vida en comunidad.

Ante la Academia fue, una vez, artífice fundamental del triunfo de su equipo: dos goles, gambetas, amagos y quirúrgicos pases lo pusieron claramente como el valor más destacado del encuentro. Pero el sentimiento de Riquelme fue cruzarse con un chico, en una cancha en la que por cada uno que lo insulta debe haber 4000 que lo adoran. Porque a él no se le puede reclamar nada. Tiene en Boca todos los privilegios que requiera; es por excelencia el divo xeneixe.

Con la victoria consumada, a su salida del vestuario los periodistas presentes lo interrogaron sobre su conducta, a lo que irónicamente respondió que "(el joven) estaba nervioso, es un chiquito... Se ve que el padre no le debe hablar mucho". Es decir que Riquelme, jugador de renombre mundial, se puso a la altura de un chiquito. En declaraciones televisivas (el inicio de un raid mediático en el que buscó aprovechar sus 30 segundos de fama), el plateísta pidió disculpas por su conducta, algo que hasta el momento no hizo el jugador.

La irresponsabilidad de Riquelme fue apuntada por la Justicia, ya que la fiscalía de La Boca, a instancias de la actuación de oficio del Ministerio Público, le labró una contravención por incitación a la violencia por la cual podría verse obligado a pagar una multa de hasta 2000 pesos. Tratándose de la parcial justicia argentina y de un muy popular jugador de fútbol sabido es que todo quedará en la nada.
(Foto: Lanacion.com.ar-Fotobaires)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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