miércoles, 10 de diciembre de 2008

Hipocresía y demagogia

River afrontará la última fecha del Apertura con el único objetivo de no terminar el torneo en lo más bajo de la tabla de posiciones por primera vez en su historia, para lo cual deberá ganarle a Estudiantes en La Plata y esperar que Central no sume ante Godoy Cruz. En este marco, su presidente, José María Aguilar, asomó a los medios para fustigar al plantel profesional. Pese a ser el mayor responsable de la tremenda degradación institucional del club, salió a despegarse de una realidad que encuentra una de sus principales explicaciones en su conducción.

El titular de la entidad de Núñez, en declaraciones al programa Un buen momento, de radio La Red, uno de sus sitios favoritos para hacerse oír públicamente, aseguró: “Quienes formamos parte del club debemos asumir responsabilidades y hacer una profunda autocrítica”. Así, paradójicamente, reclamó dos conductas que jamás practicó y, acto seguido, le apuntó a los futbolistas, de los que señaló que “algunos juegan por la camiseta, otros por la plata o por amor al deporte, pero también hay que jugar por el honor de vestir la camiseta de River”. Aguilar habla de honorabilidad cuando ha hecho de River un lugar de fenomenales negocios para terceros y no para el club a la hora de vender a sus mejores valores a costo de saldo.

También se preocupó por menospreciar el nivel del fútbol argentino al aseverar que tiene sentido referirse al liderazgo “cuando hay que ir a jugar con Real Madrid en el Bernabeu” y no cuando se juega “de local con los equipos del torneo local”, para rematar que “los líderes de salita azul están para el preescolar”. Se sabe que este fue un tiro directo para Eduardo Tuzzio, capitán del equipo y a quien River pretende sacarse de encima. Si bien está claro que el ex central de San Lorenzo hace tiempo muestra un nivel inferior al necesario para jugar en Primera División, muy lejos está de ser uno de los factores centrales del este presente de River.

Alertó que “hay muchas cosas para analizar” y adelantó que “no va a ser tan sencillo como otras veces”. Es decir, hasta ahora puedo manejar con su astuta muñeca política en la carretera de baches que el mismo creó, pero ahora, con el equipo último, los humores son más difíciles de manejar y conciliar. Finalmente, pregonó que “la dirigencia de River es complaciente y muy defensora de sus jugadores”, aunque que “va a seguir defendiendo los intereses del club, pero esto gratis no es". Esto último es algo absolutamente sabido, para Aguilar nada es gratis.

Con la demagogia de criticar a los jugadores queriéndose poner en la voz del hincha y con la hipocresía de reclamar cuestiones, como el honor, que él jamás mostró desde su condición de presidente, Aguilar buscó despegarse del pésimo momento del equipo. Por eso mismo, pese a las criticas, aseguró que River tiene uno de los tres mejores planteles del fútbol argentino, endilgándose el mérito de haber conformado una plantilla fabulosa y culpado a los futbolistas de no haber estado a la altura de las circunstancias.

Los muchos sectores oscuros que tiene el fútbol argentino se explican desde la moral de la mayoría de sus protagonistas de saco y corbata. Que José María Aguilar sea el titular de River desde hace 7 años es un eslabon más de la cadena que entre otros integran Eduardo López, presidente de facto en Newell´s desde hace más de una década; Jorge Romo, el hombre que nunca dirigió pero maneja el arbitraje argentino hace casi 20 años, y, no ya como un eslabón, sino como el dueño de la cadena, el candado, la llave, el collar y el perro, Julio Humberto Grondona, amo y señor de la AFA desde 1979.
(Foto: Lanacion.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

1 comentario:

Fernando Salceda dijo...

Un hincha de River amigo me dijo hace un tiempo cómo podrían dividirse en etapas los ciento siete años de historia del club: "cien de gloria y siete de Aguilar".
¿Hace falta agregar más?

Gran abrazo.