sábado, 16 de diciembre de 2006

Preso del sistema

La frustración boquense por haberse quedado en las puertas de lo que pudo ser el primer tricampeonato de su historia, tras perder de manera increíble el Apertura 2006, hicieron que todos los dardos apuntaron a un único blanco: Ricardo La Volpe. Sabía el hombre en cuestión que sería así: de conseguir el objetivo los méritos hubiesen recaído sobre los jugadores y el equipo que Basile dejó armado, caso contrario, como ocurrió, las críticas serían sólo para él. Y en esta circunstancia no escondió la cabeza, hizo frente a la situación y expuso sus argumentos para quienes los quisieran escuchar.

El entrenador de México en el último Mundial quedó preso de una declaración suya en la cual adelantó que dejaría su lugar si no había vuelta olímpica. Paradójicamente, entró en la histeria que se contrapone con su forma de trabajo, la que requiere plazos a los cuales nuestro fútbol no parece estar acostumbrado. De haber seguido hubiera quedado acorralado por la estructura del fútbol argentino, ya que en la pretemporada el tiempo de trabajo se achica por los facturadores torneos de verano. Entonces, perdido un campeonato que tenía ganado, la primera derrota estival hubiese generado un huracán de críticas. El trabajado Boca de La Volpe que podía imaginarse para el año próximo quedará en la nada, en el fangoso terreno de lo que podría haber sido.

El DT vino a plantear un saludable y rico debate futbolero, pero en muy pocas oportunidades logró plasmar su discurso en la cancha. Sus jugadores no comprendieron sus ideas o, peor aún, comprendiéndolas no las compartieron, y por esos caminos habrá que buscar los bajos rendimientos en los últimos tiempos de elementos claves del equipo y de indiscutible calidad como Díaz, Gago y Palacio. Tuvo que tratar con el conservadurismo de los futbolistas, reticentes a cualquier cambio -más aún si esto implica trabajo y esfuerzo-, por lo cual plantearon su postura de seguir con una línea de fondo de cuatro hombres en lugar de trabajar en un nuevo esquema que pudiera ser más beneficioso. Consumada la salida de La Volpe, Pablo Ledesma dijo a la prensa que nunca había entendido al entrenador; y lo dijo sin ningún tipo de pudor, casi con orgullo. Afirmar no entender al técnico es por mucho la peor publicidad que puede hacerse un futbolista. Lo cierto es que la historia de La Volpe en Boca será recordada con un verano, tormentoso, de apenas tres meses.

Le dio protagonismo a los juveniles, buscó implementar una gran metodología de trabajo, intentó adaptarse a las circunstancias de rivales, lesiones y suspensiones, pensó variantes permanentemente y aguantó con serenidad la embestida de un sector del periodismo que le cayó ni bien desembarcó en Ezeiza. Pero perdió un campeonato en una situación inmejorable y eso parecería dejar en tierra infértil todo lo demás.

Antes del inicio del torneo el ambiente futbolístico hablaba de las claras diferencias entre Boca y el resto, de la jerarquía desigual entre el Xeneixe y los demás. Ya tenía un nuevo título en el bolsillo, pero lo perdió increíblemente pese a tener tres chances. Se lo ganó Estudiantes con absoluta justicia, porque el desempate puso mano a mano a un equipo con muchas dudas, Boca, y otro sin ninguna, el campeón. Habrá que esperar para volver a tener en el fútbol argentino a Ricardo La Volpe y que disponga del tiempo necesario para plasmar en la cancha su rica interpretación del juego.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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