
Entonces fueron a buscar a Ricardo La Volpe para que se hiciera cargo del equipo con el torneo comenzado. El título no llegó y Mauricio Macri, presidente de Boca, y su comisión directiva no movieron un dedo para que el ex arquero de Banfield y San Lorenzo revea la decisión de renunciar a su cargo. Sin perder tiempo, rápidamente fueron a buscar a Miguel Ángel Russo, con cuya llegada quedó clara como nunca la política y la ética de la dirigencia Xeneixe. Cuando la AFA designó a Basile como entrenador de la selección pusieron el grito en el cielo, pero pocos meses después hicieron lo mismo al sacarle el técnico a Vélez, pese a los 6 meses de contrato que aún restaban por cumplirse.
Fiel al proceder de los poderosos, mostraron toda su indignación al sentirse afectados, pero cuando se benefician a partir de perjudicar a otro club, en este caso Vélez, sin ponerse colorados lo cuentan con orgullo. La ética de Boca, lo que consideran sus dirigentes como una manera natural de proceder, es que con ellos nadie se puede meter, pero, eso sí, ellos tienen derecho a atropellar a quien sea necesario.
Es triste que un entrenador serio como Russo haya tomado parte de esta jugada. Si las cosas no se salen bien en su nuevo destino seguramente pretenderá que se le respete el contrato, pese a que él no haya cumplido con el que lo unía a Vélez. De nada importó el apoyo que le dio Raúl Gámez cuando los hinchas del Fortín pedían su cabeza; apareció una oferta que entendía mejor, saludó y se fue. Con el estilo personal de su presidente, Boca mira a todos desde arriba y deja en claro que nada le importa de quienes están debajo, pero claro, esta conducta no debe aplicarse con ellos, porque entones vendrá la demagógica y falsa indignación que refiere a las buenas costumbres y el respeto para con todos.
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