
La dirigencia del club lo indujo al retiro anticipado en dos oportunidades (“Yo quisiera estar jugando”, admitió en sus primeros pasos como técnico) para ubicarlo en el banco de suplentes en un momento sumamente delicado. Simeone entonces puso el pecho, incluso en contra de lo que hubiera sido más conveniente para él. A cambió recibió un cachetazo. Se le agradeció por los servicios prestados y se lo despachó. Llegado el momento en que podía planificar su trabajo, armar un equipo en circunstancias más favorables y no en base a urgencias, se le dio la espalada.
Patrones instalados en nuestro fútbol, en la conferencia de prensa que dio antes dirigir su último partido, Simeone aseguró entendía que la llegada de una nueva autoridad trajese aparejado un cambio en la dirección técnica. De todas maneras su dolor era evidente.
Por suerte para Simeone, queda la imagen de esta buena racha de Racing sobre el final, lo cual le permitirá quedar con credencial de técnico apetecible y bien visto. Se fue de Racing el día que el había elegido cuando empezó el campeonato, aunque lo hizo como técnico y no como jugador. Como merecía se despidió ovacionado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario