martes, 6 de julio de 2010

La eliminación es el árbol

Argentina se fue de Sudáfrica 2010 con el dolor de la desilusión y el ardor de una derrota lacerante. El 4 a 0 ante Alemania por los cuartos de final significó una de las peores caídas de la historia del conjunto nacional en la Copa del Mundo y lo volvió a dejar afuera de la mesa chica, una constante de los últimos 20 años. La eliminación, con sus matices, no deja de ser un eslabón más de una larga cadena. El árbol que no debe tapar el bosque.

Consumado el final, arrecieron las críticas al planteo de Diego Maradona y, en muchos casos, las descalificaciones a su capacidad como estratega del equipo. Los técnicos siempre tienen sus razones, aunque los observadores no las comprendamos. Son, indudablemente, junto con los jugadores, los más interesados en ganar y los más dolidos a la hora de la derrota. Ocurre que entrenadores y futbolistas ejercen profesiones que muchos creen trasparentes, simples, sin secretos. Alguna vez, Marcelo Bielsa señaló que el fútbol está lejos de ser algo sencillo y encierra grandes complejidades.

En una nota radial, Alejandro Mancuso, ayudante de campo de Maradona, aseguró que habían visto todos los partidos de Alemania en Mundial para estudiar sus movimientos y contrarrestarlos (señaló que habían trabajo mucho en centros como el que abrió el marcador), que habían repasado el amistoso disputado en marzo y la tarea del equipo ante México. Entonces, tras esa evaluación, decidieron repetir el equipo del partido anterior. Explicó lo que habían pensado para cada instancia del juego y reconoció que el prematuro gol a los dos minutos hizo añicos la planificación previa y que el equipo no pudo volver a acomodarse en la cancha.

Ante Alemania, la Selección padeció mucho en defensa. Durante todo el ciclo no se pudo conformar una línea de fondo que garantizase solidez, algo que se presenta como una condición necesaria para las grandes citas. Aunque, en este Mundial, a diferencia de Alemana 2006, donde llegaron a la final las dos selecciones que mejor se blindaron atrás, ninguna de las Selecciones que quedan en la disputa por el título se destaca por una férrea defensa.

Sin embargo, aunque parezca paradójico ante un 0-4, el punto más débil estuvo en el ataque. Con los mejores delanteros de la Copa del Mundo, Argentina había invertido la premisa que reina en el fútbol y se hizo fuerte de adelante para atrás. Parecía que era imposible que terminase un partido sin convertir un gol y mucho menos sin crear situaciones de peligro. Pero eso fue lo que sucedió ante los germanos: el equipo logró avanzar por momentos en el terreno, pero nunca generó real riesgo de cara al arco rival.

De todos modos, al margen de las falencias en las distintas facetas del juego, fue llamativa la actitud del equipo tras el segundo gol. Pese a que aún quedaban más de 25 minutos por jugarse, el equipo se dio por vencido prematuramente; no tuvo ímpetu ni rebeldía para buscar revertir una situación desfavorable. Se entregó mansamente, en una actitud muy poco habitual en los futbolistas argentinos.

En Brasil 2014 la cuenta se habrá estirado a 24 años sin colocarse en instancias definitorias de la Copa del Mundo, sin lograr superar el corte de los cuartos de final. Se trata, evidentemente, de un problema estructural. El fútbol argentino vive del mito, de la gloria añeja, lo que genera una distorsión de la realidad; comenzó a recorrer el mismo camino que Uruguay transitó cuando ya aparecían lejos en el horizonte las consagraciones olímpicas de 1924 y 1928 y las conquistas mundiales en 1930 y 1950. En buena medida, el gol de Diego a los ingleses opera de Maracanazo.

Argentina es un país productor y vendedor de buenos talentos; un generador de materia prima de gran calidad que no logra un producto final acorde. Integra el póquer de potencias junto con Brasil, Italia y Alemania, pero hace rato está cada vez más lejos de éstos y más cerca de los que asoman detrás. Se impone una revisión conceptual, una introspección profunda en lo que respecta al juego. Y es imperante la necesidad de erradicar a una dirigencia podrida, que se preocupa por organizar tours de lujo para sus miembros, pero terceriza los amistosos para que la Selección se enfrente con países periféricos en el mapa futbolístico y llenar vaya a saberse qué bolsillos; o es incapaz de conseguir un charter para que un plantel cotizado en millones de euros viaje nada menos que a un Mundial. Son muchas las cosas que deben comenzar a cambiar.
(Foto: Telam.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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