lunes, 31 de agosto de 2009

Gorosito debe atender su parte

Los problemas futbolísticos de River exceden a Néstor Gorosito, técnico del equipo. Si dejase su cargo, las cosas seguirían su curso actual. La debacle deportiva que lleva más de un lustro en la entidad millonaria encuentra su principal causa y explicación en la conducción dirigencial liderada por José María Aguilar. Bajo su mando, River tuvo la peor caída institucional y deportiva de su historia. Aguilar significó la mayor descapitacilización en la historia de uno de los clubes más importantes de Argentina.

Sin embargo, Gorosito sí debe responsabilizarse de la parte que le toca como entrenador de acuerdo al material del que dispone. Un apropiado dispositivo táctico, los reflejos necesarios para intentar cambiar el rumbo de un partido, mecanizar movimientos para reducir espacios en defensa y abrirlos en ataque son puntos esenciales en su tarea, que no encontrarán coartada en la realidad de un plantel de una pobreza franciscana para lo que River significa.

Tras dos derrotas, una en el debut en la Copa Sudamericana (ante Lanús) y otra en el primera fecha del Apertura (ante Banfield), River logró ayer su primera victoria de la temporada. Fue por 4 a 3 ante Chacarita, gracias a un agónico gran gol de Ariel Ortega y sin merecer quedarse con los tres puntos, fundamentalmente porque la derrota fue un castigo injusto para el conjunto de San Martín. Lo concreto es que el triunfo desactivó la caldera en la que se hubiese transformado el Monumental.

En la caída ante Banfield, Pipo había dejado en el banco de suplentes a Diego Buonanotte, seguramente el mejor jugador del plantel. Lo hizo para no relegar a ninguno de los dos monstruos sagrados de la actualidad riverplatense, Marcelo Gallargo y Ortega. Ante Chacarita optó por incluirlo junto a ambos mundialistas, lo que implicó un equipo descompensado. Sumado esto a los graves problemas defensivos, River deambuló por muchos momentos ante un equipo que salió a jugarle sin ningún complejo de inferioridad. Pero encontró la llave de la victoria en los últimos 20 minutos cuando su capitán fue sustituido.

Un equipo con Gallardo y Ortega juntos en cancha se vuelve inconsistente, dado que ambos se encuentran en los últimos pasos de sus carreras. Se necesita una estructura que contenga a los dos ídolos, en lugar de depender de ellos. Gorosito deberá tomar las decisiones que su cargo implica y que la situación reclama. No hay lugar para el Muñeco y el Burrito. Esa realidad puede implicar problemas de convivencia o insultos desde la tribuna, circunstancias que el entrenador tiene que manejar. Otra cuestión que también le compete es, en lugar de apañarlo, obligar a Cristian Fabbiani a decidirse entre ser un futbolista profesional de elite o una estrella de la farándula vernácula; ambas vidas son incompatibles.

Tentado por el cartel y lo que siempre implicará River, Gorosito dejó Argentinos Juniors para embarcarse en una empresa complicada, ya que llegó cuando Aguilar, en sus últimos pasos, estaba absolutamente desenmascarado. Aceptado el desafío, ahora tendrá que tener el pulso firme para proceder de acuerdo a las necesidades, aunque los problemas de River lo encuentran muy atrás en el listado de los responsables de esta realidad del club.
(Foto: Infobae.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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