lunes, 10 de agosto de 2009

De aquel conflicto a este cambio de paradigma

El reclamo de Futbolistas Argentinos Agremiados para que los clubes cancelen las deudas con sus afiliados parece lejano en el tiempo. El escenario mutó y la exigencia de la gremial quedó relegada por una disputa mucho más pesada, de miles de millones de pesos en juego y muy pesados intereses. La denuncia de Sergio Marchi, secretario general del sindicato de los jugadores, apareció como la punta del iceberg, pero tras un repentino movimiento las aguas se retiraron y dejaron al descubierto la inmensidad que no estaba a la vista: el choque entre Julio Humberto Grondona, presidente y voz única de la AFA, y el Grupo Clarín, propietario de los derechos de las transmisiones televisivas. Vetada la posibilidad de generar ingresos con el Prode Bancado, Don Julio le apuntó a sus socios.

Tras una placentera y extraordinariamente redituable relación de más de 15 años, de la noche a la mañana Grondona se dio cuenta que el fútbol argentino recibía poco más que una limosna del sideral negocio del que es materia prima y la empresa multimediática se desayunó de repente que el Pope se perpetuó en su cargo a partir de jugadas siempre maquiavélicas. El mundo del revés se materializó: la AFA contra los dueños de los derechos televisivos y éstos, a través de sus medios, atacando al dirigente que siempre protegieron.

La exigencia de Grondona de un ingreso sustancialmente mayor al que hasta ahora se llegaba a Viamonte 1366 (600 millones anuales, contra los 268 que se percibían), no es más que reconocer la pésima venta del fútbol como producto que hizo en los últimos años. Lo regaló durante casi dos décadas y ahora pretende erigirse en un Robin Hood de la pelota. Al mismo tiempo, los presidentes de los clubes que aseguran desconocer el contrato entre Torneos y Competencias y la AFA también alegan su propia torpeza y desnudan su genuflexión eterna hacia el mandamás.

De otro lado, la empresa bombardea a través sus medios que el negocio no permite dar más de lo que da. Desde la nada hicieron un emporio descomunal, pero lloran miseria. Paradójicamente hablan de juicios multimillonarios si el contrato es dejado sin efecto unilateralmente por la AFA. Uno de los argumentos centrales repetidos con el mismo tono en toda su red mediática es la indignación que fijen sus periodistas ante la posibilidad –muy concreta- de que el Estado se haga cargo de la transmisión de los partidos, 600 millones de pesos anuales mediante, cuando son muchos los problemas sociales que tiene le país. Todo esto con un nivel periodístico muy bajo, porque la massmedia maquinaria hegemónica, también, significó una herida profundísima en el ejercicio de esa profesión.

Sin tener en cuenta que el fútbol es un bien cultural que hoy está monopolizado y no sería condenable que se lo libere para toda la población, si del negocio se trata hay que decir que el Estado puede incluso ganar dinero si establece una licitación para otorgar los derechos o si los comercializa con idoneidad, profesionalismo y honestidad.

Creer que nada tiene que ver el poder gobernante nacional con este cambio de paradigma que significa el divorcio AFA-TV, dado el enfrentamiento con su otrora aliado Grupo Clarín es una ingenuidad demasiado grande. Pero la mayoría de las veces el yugo que asfixia no se puede cambiar de buenas a primeras por una bufanda de seda. Que el fútbol se libere de un contrato que lo exprimió es, en sí misma, una buena noticia. Lejos se estará de solucionar todos los problemas del fútbol, fundamentalmente porque Grondona sigue ahí como desde hace tres décadas, pero se acaba con uno de escandalosas proporciones.
(Foto: Mastertv.worldpress.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

1 comentario:

Santiago Carreras dijo...

La situación ya definida, manifiesta, a priori, un cambio de paradigma. Será el tiempo el que indique donde finalizará esta movida. Las motivaciones políticas son claras. El golpe al Grupo Clarín, evidente. Punto. Encargarse de defenestrar a Julio Grondona, en este contexto, no está mal. Sino descolocado. Su significado no es el mismo que hace una semana. Personajes de respetable trayectoria, como Juan Pablo Varsky, hoy sangran por la herida. Y lanzan acusaciones que antes se guardaron. Miserables, abren el paragüas. No sea cosa que no se queden ni con las migajas.