
En Argentina, el fútbol excede largamente la ya de por sí rica definición de deporte para ocupar un lugar relevante en la cultura popular. En este sentido, existía la costumbre de que el espacio natural del fútbol de Primera eran las tardes dominicales, mientras que los sábados eran para el Ascenso. La AFA y sus socios dueños de la venta del fútbol televisado destruyeron aquello. Hinchas de Colón, Gimnasia, Banfield y Central, entre muchos otros, con suerte ven a sus equipos ocho o nueves veces en el primer día de la semana durante toda una temporada; aunque son afortunados en comparación con lo que les queda a los seguidores de los conjuntos de las divisiones menores. Si bien el tobogán económico del país en las últimas dos décadas privó al grueso de los trabajadores de ir los sábados a ver al equipo del barrio y los domingos seguir las alternativas de los colores de su corazón, la programación de los partidos del Ascenso en días y horarios inverosímiles o la superposición con encuentros de Primera significaron el tiro de gracia. Otro aporte en tal sentido es el continuo cambio de los formatos de competencia (sobre todo en la B Nacional) temporada tras temporada. Está a la vista que todo lo mucho que excede a los campeonatos de elite es material descartable para la AFA.
La mala administración de las instituciones, la discusión por los ingresos de derechos televisivos y la violencia son temas estructurales del fútbol argentino, aunque aparecen en escena alternativamente. Hoy está en el tapete la deuda de los clubes, pero cuando los enfrentamientos en los estadios y sus alrededores estaban en el centro de la escena se prohibió la concurrencia del público visitante. Mientras que en la Primera División esa medida duró sólo un fin de semana, en el Ascenso lleva tres temporadas. La perdurabilidad de esa alternativa debe desprenderse, necesariamente, de los buenos resultados que produjo. De este modo, resulta inentendible porqué no se extendió la exitosa medida al fútbol grande; lo que, además, tendría un beneficio económico, ya que no habría que pagar costosos operativos policiales, que son la queja recurrente de los presidentes de los clubes.
Si el torneo Apertura 2009 arranca el viernes 14 de agosto como estaba estipulado, la postergación del inicio de las categorías menores habrá sido, una vez más, una injusticia, utilizándolas como chivo expiatorio y moneda de cambio de un fútbol al que le hacen un sustancial aporte.
(Foto: Lanacion.com.ar)
Patricio Insua
patinsua@gmail.com
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