
Luego de la 12º fecha del torneo Clausura del pasado año Elizondo había pedido que una serie de árbitros fuesen parados para el siguiente fin de semana. Bassi integraba esa lista, pero la AFA no sólo desoyó la solicitud de sancionarlo por malos desempeños sino que lo designó para dirigir el encuentro top del fútbol argentino por primera vez en su vida.
Los cometarios de aquel entonces en los pasillos de Viamonte 1366 susurraban que el motivo de darle el partido más grande a un árbitro menos que discreto era su inminente retiro. El nivel de los réferis argentinos es tan cuestionable y lo que hay detrás de ellos tan oscuro, que nadie podría asombrase porque se le regalase a alguien un River-Boca. Sin embargo, nada de eso sucedió. Bassi continuó e incluso, pese a sus recurrentes malas actuaciones, fue elevado en la consideración del Colegio de Árbitros, a cargo de Jorge Romo. Así, en este último año fue designado para varios clásicos más y distintos partidos de trascendencia. Recientemente restaurado el sorteo de árbitros, de todos modos no fue inesperado que su bolilla haya salido para el superclásico, ya que se especulaba con su designación previamente.
Haber tardado tanto en salir de la AFA cuando cada una de sus decisiones y pedidos fueron sistemáticamente desoídos lo único que hizo fue dañar la imagen de Elizondo. Después de tantos años en el referato argentino suena demasiado ingenuo pensar que, quijotescamente, creyó podría contra los molinos de viento que tenía por delante, contra los vicios que rodean al arbitraje argentino, y por eso se quedó pese a la bofetada que había significado la designación de Bassi para el superclásico de abril de 2008 y la posterior marginación que lo mantuvo como una figura decorativa. De hecho, Elizondo renunciará porque encuentra un mejor puesto ejecutivo, a partir de que la FIFA le ofreció ser Instructor de Árbitros de Sudamérica. Seguramente Elizondo no cuenta con una solidez económica que le permita vivir sin trabajar. Eligió el arbitraje como profesión y el cargo que tendrá significa una mejora laboral, lo cual no es cuestionable. Pero deberá asumir las implicancias que tiene pertenecer a organismos que no son trasparentes y, por lo tanto, caer en conductas inapropiadas.
Horacio Elizondo dejó una muy buena imagen como réferi, tocando su punto más alto un año antes del retiro, cuando en 2006 dirigió el primer y el último partido de la Copa del Mundo de Alemania y fue elegido por la FIFA como el mejor arbitro del globo. Sus primeros pasos generenciales no han sido buenos. Aunque tal vez no hay otra manera de permanecer en los poderes organizativos del fútbol, ya sea a nivel nacional, continental o mundial, que no sea transitando en zigzag.
(Foto: Elpopular.com.ar)
Patricio Insua
patinsua@gmail.com
1 comentario:
Sin haber sido un árbitro brillante, ni muchísimo menos, Elizondo sabe que su participación en partidos descollantes del Mundial 2006 nunca podría haber sido posible sin la política. Las designaciones son también moneda de cambio. En una final entre europeos, se puso a un árbitro sudamericano y Grondona no fue ajeno a eso. Esto no es especulación mía, sino información.
Después de eso, Elizondo tiene poco margen para patear el tablero y plantérsele al poder del fútbol. De otra forma, no podía haberse quedado ni diez minutos después del affaire Bassi de marzo de 2008.
Pero allí permaneció, aun tragándose el reto público de Meiszner, quien le recordó que él (Elizondo) no estaba para evaluar sino para enseñar, dándole a entender que los políticos de la AFA saben mejor que él (que Elizondo) cuándo un árbitro hace las cosas bien o mal dentro del campo de juego. Una vergüenza.
No dudo de su condición de hombre de bien, pero entregar gratuitamente su prestigio a Grondona no fue otra cosa que un aporte más a que las cosas sigan estando como están y, lo que es peor, hayamos perdido una posible referencia en nuestra intención de que cambien para mejor.
Un abrazo.
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