lunes, 23 de febrero de 2009

Llop, Molina y una historia que se repite

Racing ha vivido más de la mitad de las casi ocho décadas del profesionalismo en crisis. En los últimos 42 años obtuvo apenas un campeonato local, el Apertura 2001; título conseguido con una legitimidad manchada por arbitrajes beneficiosos y la disputa del partido definitorio apenas una semana después de uno de los hechos más lamentables de la historia argentina, como fue el desastroso y luctuoso final del gobierno que encabezaba Fernando De La Rúa. Aquel 28 de diciembre sólo jugaron Vélez ante Racing y River frente a Rosario Central, ya que el resto de los partidos correspondientes a la última fecha se postergaron para febrero de 2002. Pero el necesario festejo de Racing no podía esperar, era más importante que la crisis nacional. Y el gol de Gabriel Loeschbor le dio al pueblo racinguista una alegría que, pese a todo, era honda y genuina.

Ese logro y la conquista de la Supercopa de 1988 fueron los únicos festejos del conjunto de Avellaneda en más de cuatro décadas. El contrapunto lo dieron el descenso y la permanencia en la segunda categoría dos años, la quiebra del club, su privatización y la disputa de la Promoción la pasada temporada. Esos fueron los principales males de una lista tan larga como dolorosa para la gente de Racing.

Ese derrotero incluyó el paso de casi un centenar de técnicos. Este fin de semana, tras la derrota en el clásico ante Independiente 2 a 0, Juan Manuel Llop pasó a ser un nombre más de esa nómina. Probablemente, el ciclo del Chocho estaba agotado por los malos resultados (ocho partidos sin victorias) y la sabida distante relación con el plantel. Ocurre que Racing -sus dirigentes, sus seguidores- deberá aceptar que sus problemas no responden a la coyuntura de cambiar un entrenador, sino que son estructurales. Sólo Boca, Vélez, Lanús y Estudiantes, instituciones serias y con proyectos sólidos, pueden aspirar a mejorar un mal momento futbolístico a partir de un cambio de DT.

Pese a todo esto, la grandeza de Racing no está en duda. La gran cosecha de títulos en el amateurismo (1913-14-15-16-17-18-19-20-21-25) para ganarse el mote de Academia, conseguir antes que nadie un tricampeonato en la era profesional (1949-50-51) y haber sido el primer equipo argentino campeón del mundo (1967) son parte de una riquísima historia, contenida por una de las hinchadas más grandes y emocionantes de nuestro fútbol.

El presidente de Racing, Rodolfo Molina, ya tomó la decisión de despedir a Llop. A dos meses de haberse hecho cargo de la conducción del club, después de sólo tres partidos oficiales como titular de la entidad, eligió despedir a un técnico, en línea con lo que han sido los manejos de club en los últimos años. No puede señalarse falta de coherencia. Antes del choque ante Independiente, Molina aseguró que se trataba de un cuerpo técnico “heredado”, algo absolutamente cierto, aunque omitió recordar que en su campaña electoral prometió la continuidad del ex entrenador de Newell´s, Godoy Cruz y Banfield. Molina debería blanquear la realidad de Racing recordándole a sus hinchas que la etapa de gloria está registrada en blanco y negro, que los números son de un rojo cegador y que una reconstrucción sólo es posible con orden institucional y un trabajo a mediano y largo plazo en inferiores para que el primer equipo se nutra de esos valores juveniles; es decir, encarar un proceso de saneamiento que muy difícilmente implique estar en la disputa por un título. Si en lugar de eso opta por prometer pomposas contrataciones y grandes campañas que al no concretarse lleven entonces a semestrales cambio de técnicos, entonces Racing continuará en la misma tenebrosa senda de los últimos 40 años.
(Foto: Clarin.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

4 comentarios:

Fernando Salceda dijo...

Muy interesante el tema, Patricio; y me gustaría empezar marcando un desacuerdo; la grandeza de Racing sí esta en duda, y lo está por la sucesión de desfalcos y despropósitos perpetrados por quienes, cada uno a su momento, dijeron amar al club. También te faltó mencionar la fraudulenta permanencia en Primera cuando, ante una situación similar, Temperley debió perder la categoría sólo por no tener hinchas en los despachos importantes de la Presidencia, la gobernación de Buenos Aires y el Congreso. La Argentina en estado puro.
Molina promete la continuidad de Llop y deja ir a la figura del equipo, que tampoco es un jugador que marque grandes diferencias. El plantel que tiene Racing no estaría en condiciones de pelear el campeonato de la B Nacional, pero la culpa la paga Llop. Una vergüenza.
Racing fue grande y podría volver a serlo, pero para eso hace falta que sus fieles seguidores se den cuenta de que lo que pasa el domingo (mayormente viernes o sábados en el caso de La Academia) es la consecuencia de lo que pasa durante la semana en las oficinas y que, a partir de eso, exijan mayor responsabilidad a quienes ellos han puesto en esos cargos.

Un gran abrazo.

Santiago Carreras dijo...

Patricio y Fernando: si se puntualiza en la decisión de despedir a Llop, no hay mucho que discutir. Es el DT que mandó al equipo a la promoción (dirigió 10 partidos, ganó solamente 2, tuvo la posibilidad de con un triunfo ante Colón no jugar esa etapa de definición y perdió claramente). Ni hablar del presente del equipo: tras diez meses al frente del plante no generó identidad, más allá que actualmente cuenta con los refuerzos que el mismo pidió. Los ocho partidos sin ganar es una clara muestra de la falta de trabajo y soluciones ante la situación tan complicada.
Punto aparte para la decisión, confesada por el mismo Llop, de irse por la "puerta grande" si triunfaba ante Independiente.
En cuanto a Molina, todavía está presentando credenciales. Le pidieron refuerzos y trajo a Falcón, Castromán y Ramírez. La decisión de abrirle juego a Pires, Hidalgo y esa mafia es, a priori, un error. De todos modos, pocos presidentes pueden reconocerse en diferencia en este punto.
Coincido sobre la necesidad de construir desde inferiores y marcar un proyecto a largo plazo. Pero no es claramente este el momento de hacer experimentos con el equipo al borde del descenso. Decimos esto, pasando por arriba, que durante el campeonato pasado Racing contó entre sus filas con 8 jugadores surgidos de sus divisiones inferiores rotando en la titularidad (algunos indiscutidos como Mercado, Shaffer, Zuculini, Yacob y Moralez).
Por último, me reservo un espacio para Fernando, quien pone en duda la grandeza de Racing. Si la medida son los desaguisados de dirigentes y vínculos políticos podríamos nombrar: las escándalosas contrataciones de Savino via Marcelo Tinelli, el campeonato de Independiente bajo la tutela del presidente más nefasto de su historia quien confesó que obtuvo el "privilegio" de no ser dirigido por Elizondo durante todo ese campeonato, los manejos fraudulentos de Macri para quedarse con el Club Parque (del cual surgen la mayoría de los futbolistas de inferiores de Boca Jrs.) y la actualidad de Aguilar, River y el Locarno. Así se puede continuar con cada una de las instituciones deportivas de nuestro país.
Está claro que de aquí no se parte ningún análisis serio sobre la grandeza de un equipo. Sino que empieza y termina donde la mística se hace lugar.

Patricio Insua dijo...

Fernando y Silvio, muchísimas gracias por sus comentarios. Contar con el privilegio de dos lectores tan calificados como ustedes es una motivación para seguir escribiendo.
Un fuerte abrazo

Fernando Salceda dijo...

Silvio:

Estoy temporalmente distanciado, pero formo parte de un equipo de periodistas que denunció todas y cada una de las cosas que mencionás en tu último párrafo. Todas.
Esos hechos, mal que les pese a los hinchas de los equipos aludidos y de los no aludidos que están en la misma situación, corroen la grandeza de los clubes.
¿Cuánto hace que Independiente y Racing son impiadosamente vapuleados en sus enfrentamientos con River y Boca? ¿Cuánto hace que Racing no juega dos domingos seguidos, sumido casi a la esclavitud por los fondos que la televisión le adelantó por años sólo para que siga respirando? ¿Podemos negar que hubo una maniobra flagrantemente antirreglamentaria para evitar el descenso taxativamente codificado en los reglamentos cuando se le permitió seguir jugando en Primera en épocas de la quiebra?
En todo caso, si querés limitar el análisis de la grandeza al rendimiento de un equipo, creo que no hacés más que darme la razón. En ese rubro hace rato que dejó de ser grande y el campeonato de 2001, como dice Patricio en la nota, tampoco está exento de sospechas. Me resisto a colgarle a Mercado los méritos de Maschio o a Zuculini los de Cárdenas. La grandeza hay que renovarla, sostenerla. Si no, lo único que es grande es su historia. Como puede serlo la del imperio romano, que con todo lo grande y poderoso que fue terminó cayendo.

Gran abrazo para ambos.