jueves, 11 de septiembre de 2008

Más luces de alarma

Los problemas de la selección argentina van mucho más allá del empate de Perú en el último suspiro del encuentro disputado en el estadio Universitario de Lima. A fin de cuentas, el agónico gol de Johan Fano, tras una enorme corrida de Julián Vargas de más de 70 metros luego de haber recuperado la pelota y escalado por el sector derecho del ataque peruano para asistir a su compañero, estableció el resultado más acorde de acuerdo al desarrollo del partido. Los inconvenientes cada más preocupantes –por reiterativos- del equipo conducido por Alfio Basile no hubieran desaparecido si se sumaban los tres puntos que parecía estaban en el bolsillo después de que Walter Wilchez metiera la pelota en su propio arco a 8 minutos del final.

Argentina tiene serias falencias de funcionamiento. El equipo no aparece porque no se busca y se espera que surja por generación espontánea. El seleccionado carece de juego colectivo y verticalidad, es laxo, improductivo en la tenencia de la pelota y estático. No hay relevos de posiciones, ni sorpresas a partir de desprendimientos. Las jugadas de pelota parada, armas peligrosas de los equipos serios, brillan por su ausencia. No hay nada que muestre a un equipo como tal. Es llamativo que el responsable de todo esto sea quien armó aquella gran selección de principios de los 90, con un juego radicalmente distinto a este.

Si las actuaciones del equipo siguen dependiendo de un buen descanso para que gane el que se levante mejor, de que Rubén Díaz no olvide llenar sus bolsillos de talco antes de cada partido, de hacer cuernitos cuando ataca el rival o de que no haya jugadores imposibles de marcar, como aseguró Basile lo había sido el veterano Carew en aquella derrota ante Noruega, los nubarrones actuales serán cada vez más oscuros. Lo cierto es que a la selección le falta trabajo. El cuerpo técnico no da cuenta que para aprovechar el talento individual debe mecanizar movimientos, ensayar variantes, prever situaciones adversas, analizar rivales y hacer todo lo necesario para perfeccionar la idea concreta de juego que se tenga.

El técnico insiste en argumentar que no hay tiempo de trabajo. Pero las condiciones son estas y no se pueden cambiar, por lo cual si las mismas le impiden un correcto desempeño de su tarea deberá asumir que no es idóneo para el puesto y proceder en consecuencia. De todos modos, la falta de tiempo se presenta como una excusa cuando se ve que ahora que tuvo a los jugadores disponibles para esta doble fecha de eliminatorias prescindió de tardes y mañanas de prácticas, cuando podría haber organizado una semana con varias jornadas en doble turno.

En dos años como máximo responsable, Basile no ha logrado buenos resultados, ni mucho menos rendimientos que muestren a un equipo que evoluciona de cara al próximo Mundial. Desde aquel debut 0-3 ante Brasil en Londres, en septiembre de 2006, no ha habido mejoras; en ninguna faceta del juego se está mejor que en aquel entonces. Dos años sin crecimiento es demasiado tiempo. Un puñado de buenos momentos en la Copa América disputada el pasado año en Venezuela es demasiado poco.

Basile deberá replantearse íntegramente su papel al frente del seleccionado. Tendrá que revisar su modo de programar los partidos, eliminar la idea de que un equipo se logra sólo con los mejor dotados técnicamente, analizar cómo estarán algunos jugadores cuando se juegue el Mundial y determinar qué futbolistas carecen de esa cuota de amor propio, de ese plus, que es necesario para vestirse con la casaca albiceleste, porque no lograr un mayor compromiso -como está ocurriendo- es un claro síntoma de que los protagonistas no creen en este proceso.
(Foto: Clarin.com)

Patrico Insua
patinsua@gmail.com

1 comentario:

Fernando Salceda dijo...

Está cada vez más claro que Don Julio le pifió. Buscó a un amigo que le evitara problemas y ahora se encuentra con que cada vez los tiene más grandes.
Sobre el partido con Perú: creo que esa falta de planificación de la que hablás se notó en el momento de decidir el cambio por la lesión de Gutiérrez; si el equipo había comenzado haciendo notar la supremacía sobre el rival, ¿por qué no mantuvo el esquema que había pensado reemplazando a Jonás por Di María? El rosarino le ofrecía el mismo ida y vuelta que el ex Vélez con el agregado de una mayor capacidad de definición.
Basile optó por Battaglia, dando un golpe de timón que el partido no mostraba como necesario. Rearmó la defensa con cuatro hombres dejando sobre la izquierda a Daniel Díaz, claramente marcador central y, por las características de los mediocampistas que quedaron en la cancha, renunciando a la salida por los costados y a una contención más eficiente por los flancos. La prueba de esto está, ni más ni menos, en el gol de Perú. Con 93 minutos de lucha encima, Vargas recorrió casi cincuenta metros con la pelota sin que Battaglia pudiera hacer nada por detenerlo.
También habrá que replantear la obstinación por Riquelme. A esta altura, su presencia inamovible parece ser más perjudicial que beneficiosa. Retiene la pelota casi hasta la exasperación y, generalmente, de espaldas al arco; y aunque muchos adulones hayan elogiado el pase de ayer a gago, fue una pelota de las que se ven varias por partido en jugadores menos reputados y, además, el mencionado Vargas facilitó todo abandonando a gago una decena de metros antes de que éste recibiera el balón de Riquelme.
Para destacar sólo me queda la buena tarea de Carrizo y, muy especialmente, lo de Gago. Un virtuoso que, además, no escatima sudor. El compañero ideal para Javier Mascherano en la zona en la que los partidos empiezan a resolverse.

Gran abrazo.