sábado, 6 de septiembre de 2008

Choque de opuestos

El enfrentamiento entre Argentina y Paraguay en el Monumental expuso ostensiblemente dos modos no sólo distintos, sino radicalmente opuestos de concebir el fútbol. Por un lado, el seleccionado conducido por Alfio Basile se apoyó nuevamente en los arrestos personales de sus magníficos jugadores para buscar imponerse, mientras que, por el otro, el elenco dirigido por el argentino Gerardo Martino expuso su identidad de equipo, a partir de la cual los roles a cumplir son más importantes que los nombres propios.

Al contar el representativo albiceleste con mejores jugadores pero poca preparación estratégica y el visitante con menor jerarquía individual al tiempo que una gran conciencia de su capacidad colectiva, se empardaron las fuerzas. Paraguay pudo ganarlo, pero por temor no fue a buscar la victoria con decisión. Argentina, en cambio, avanzó con ímpetu para crear las más claras de cara al arco rival, aun cuando careció de funcionamiento y variantes. Es cierto que la visita se encontró tempranamente con un gol fortuito y que no se mostró como un equipo ambicioso, pero fue sin embargo quien dominó el partido. La prueba de esto es que fueron muchos más los minutos que se jugaron del modo que quiso Paraguay que aquellos en que el conjunto albiceleste pudo obrar como lo pretendía; es decir que quien impuso condiciones más cabalmente fue el seleccionado guaraní.

Al margen de la de arquero, obligada por la lesión de Abbondanzieri, las sustituciones hechas por Basile no se ajustaron a lo que pedía el partido. Resulta difícil entender cómo inmediatamente tras la expulsión de Tévez y con el partido 0-1 el entrenador no hizo ingresar a Denis o Agüero y optó por jugar más de un cuarto de hora sin centrodelantero. El hombre del Atlético de Madrid, autor del gol del empate, ingresó recién en el inicio del segundo tiempo, al igual que Daniel Díaz. El Cata realizó un buen aporte, superior al de Heinze, a quien reemplazó, pero abajo en el marcador y con un jugador menos, un cambio puesto por puesto –y el último posible- en la defensa no era un aporte sustancial para revertir la derrota parcial.

Digresión, que no lo es tanto: Juan Pablo Carrizo demostró que es su momento, que tiene evidentes condiciones y fuertes argumentos para ser el arquero titular de la selección. Tuvo apenas una atajada para el elogio (es normal que de local a Argentina la ataquen poco), pero su personalidad y tranquilidad dieron una gran garantía y mayor seguridad al equipo; claro contrapunto con lo dubitativo que mayormente se muestra Abbondanzieri.

Con escaso apego al trabajo táctico y gran confianza en los talentos individuales, Basile dio un paso adelante al establecer, aunque más no sea, sociedades, como las de Riquelme y Di María, Messi y Tevez o Mascherano y Cambiasso, alternativa ante la suspensión de Gago. Pero todo lo bueno insinuado por esos binomios -que lejos está de ser suficiente para contar con un equipo sólido- duró apenas 15 minutos, hasta el gol en contra de Heinze.

Es preocupante la poca capacidad de recuperación de la selección. En esta segunda era Basile de los 7 partidos que se comenzó en desventaja sólo se pudo ganar uno: 4 a 2 ante Colombia en la última Copa América. El resto fueron cuatro derrotas (dos ante Brasil, España y Noruega) y dos empates (ante Ecuador y Paraguay, los dos últimos choques por eliminatorias en condición de local).

Argentina obtuvo apenas 3 de los últimos 12 puntos en juego en el camino al próximo Mundial y sigue dependiendo casi exclusivamente de la genialidad de Messi. Habrá pronta oportunidad para intentar revertir la mala racha, en la expedición a Perú. Aún queda tiempo para mejorar y llegar con legítimas aspiraciones a la cita de 2010, pero Basile no da muestras de cambiar su postura, de tomar nota de los malos rendimientos para realizar un giro conceptual que se impone.
(Foto: Univision.com-AFP)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

2 comentarios:

Fernando Salceda dijo...

Creo que sabés no soy un admirador de Basile ni nada parecido, pero disiento de vos con respecto al cambio de Díaz por Heinze. Ese me pareció un cambio "bielsista", bien hecho. Sacó a un jugador que naturalmente juega acelerado y el sábado más aun porque había hecho el gol en contra. Además, armó una defensa con tres para sumar más gente arriba. Pero fue una apuesta, no una convicción, que desde la lógica basilista podía salir bien o mal sin qué el pudiera argumentarla en el momento en el que la decidió. Por suerte, el "Cata" se había levantado bien. No se entiende que Agüero no juegue de entrada y, para mí, la devoción por Riquelme es más perjudicial que beneficiosa.

Gran abrazo.

Santiago Carreras dijo...

Los mayores problemas de la selección de Basile (en ámbos procesos) fueron de funcionamiento y no de convocatoria de jugadores. Casi todos coincidimos que están los que deben estar, pero la dinámica del equipo no está acorde a la calidad de los jugadores. De eso es el principal responsable el DT. Pero al mismo tiempo, vale aclarar la falta de mística y amor propio que demuestran los jugadores en cada cotejo. Con menor cantidad de recursos, las presentaciones de Argentina con Passarella (que no es santo de mi devoción) suplían la ausencia de talento con un dinamismo propio de quien viste la camiseta nacional. El paso cansino de Riquelme, la excesiva gambeta improductiva de Messi y lo mal que juega siempre Zanetti son ejemplo de esto. No es tema de talento, sino falta de responsabilidad. Es peor.