martes, 24 de enero de 2012

Implicancias del primer superclásico de verano

La antesala del enfrentamiento entre Boca y River en Chaco, después de más de nueve meses sin superclásicos y con el descenso del Millonario en medio, le dio caracter de reparto al aspecto deportivo para poner el foco en la seguridad y las motivaciones políticas del cruce más emblemático de la historia del fútbol argentino.

En el restringido plano de la pelota, el duelo en Resistencia pondrá frente a frente a los dos equipos más convocantes en condiciones por demás disímiles, encontrándolo a Boca como campeón de la máxima categoría y a River en el segundo puesto de la B Nacional. En divisionales diferentes, el único ámbito posible para el choque de los dos tanques del fútbol argentino fue en los tradicionales torneos de verano (también podrían verse este semestre en la Copa Argentina). Pese a tratarse de un amistoso estival, el cálculo del costo de una eventual derrota en el momento futbolístico más traumático en su centenaria historia hizo que desde Núñez se intentase dejar de lado el duelo.

En sitios en los cuales la intolerancia es continua y creciente como son los estadios de fútbol, con el protagonismo de los barras, delincuentes con palancas listas para accionar en todos los ámbitos de modo tal de poder moverse a discreción, la seguridad se transformó en un eje central. El operativo policial se planificó con 2500 efectivos y una ciudad sitiada para mantener en extremos opuestos a los matones disfrazados con unos y otros colores. Siempre presentes y protagonistas, las barra bravas parecen un actor no negociable.

El clásico que cada fin de enero se disputaba en Mar del Plata se mudó a Chaco por pura demagogia política de su gobernador, Jorge Capitanich, quien fue denunciado por la ONG “Fútbol en Paz en Argentina”, que lo acusó de pactar con los barras. Una de las provincias con más pobres y marginados del país entendió que era prioritario organizar un partido para el que debió fletar vuelos, arreglar un estadio, repavimentar calles y movilizar a distintos sectores de las fuerzas de seguridad. El fútbol forma parte de bagaje cultural argentino y es dable que un estado –provincial en este caso- ofrezca este espectáculo a sus habitantes, pero el costo parece demasiado para una porción del territorio nacional con tantas necesidades latentes y olvidadas.
(Foto: Perfil.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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