martes, 7 de febrero de 2012

Apuntes para el cambio

Hace ya un tiempo considerable que el nivel del fútbol argentino bien pude graficarse con una curva descendente. El nivel de juego, materia prima del espectáculo deportivo, decayó marcadamente –con excepciones ocasionales, claro- y entonces la paridad se transformó en el elemento decisivo del fútbol nacional. Tal vez hizo un paréntesis en Apertura, con la ventaja conseguida por Boca para lograr el título; o quizás prevaleció entre todos los equipos que quedaron comprendidos entre el elenco de Julio Falcioni y Banfield, el último de la tabla.

Así las cosas, tal vez se a tiempo de mover el avispero, de buscar alternativas, pensar variantes. A continuación algunos apuntes en tal sentido, amplios, líneas bocetadas, circunscriptos a dos aspectos: la movilidad de los futbolistas y el formato de los campeonatos.

La histeria cortoplacista del fútbol argentino tiene uno de sus reflejos en un constante movimiento de jugadores. Limitar esto podría tener un correlato positivo económica y deportivamente para los clubes. Se trata de no permitir el traspaso de un futbolista de un equipo a otro sin que haya disputado 76 partidos (dos temporadas completas) en su club de origen o cumplido 21 años, lo que suceda primero. En el mismo sentido, las partidas al exterior deberían propiciarse solamente con 152 encuentros en nuestro fútbol (cuatro temporadas) o 23 años, también lo que se dé en primer término. Como no se puede obligar a nadie a permanecer en el país, si un futbolista decidiese emigrar a ligas de otras latitudes antes de los plazos establecidos, el camino a recorrer sería el de establecer un período (tal vez dos temporadas) en el cual esté impedido de regresar al fútbol argentino y tomar parte en la selección.

Condicionar la compra-venta de jugadores daría aire a las asfixiadas arcas de los clubes, ya que, además de evitar costosas adquisiciones, los salarios de los jugadores estarían en un plano factible y no en las astronómicas cifras a las que hoy se comprometen. Al dejar de existir ofertas para cambiar de equipo desaparecería también la exigencia de contratos que sólo generan deuda en las instituciones. Ante esta parcial inmovilidad, para que no haya abusos de uno ni otro lado, podrían establecerse salarios mínimos y máximos. Además dejarían de proliferar los misteriosos grupos inversores y los intermediarios que hacen pingües negocios a costa de los clubes, no pocas veces entregados en bandeja por los propios dirigentes.

En lo deportivo, mantener planteles no haría más que cumplir con el ruego de todos los entrenadores cada fin de temporada. El conocimiento de de los futbolistas sostenido en el tiempo es un elemento indispensable para la generación de equipos con una identidad definida.

Se agrega también un aspecto intangible, ligado a lo emocional, y es el que tiene que ver con una identificación más fuerte de los protagonistas con los colores que lucen y el orgullo de los hinchas de recitar formaciones de corrido sin preguntar qué fue de tal jugador o dónde fue a parar aquel otro.

En lo que hace a los torneos, lo que se impone es establecer unanimidad en las competiciones: todos deben disputarse con el mismo formato. Los promedios son injustos con los que ascienden de categoría y en Primera División hacen que los equipos que disputan certámenes internacionales ninguneen su competencia madre, que es el torneo nacional. Su eliminación debe ser con prudente antelación para evitar que algún club saque ventaja o se generen suspicacias. A partir de entonces, los ascensos y descensos serían tres en cada categoría, suprimiéndose las promociones.

Los campeonatos deberían seguir el calendario anual y no la temporada europea, disputándose a dos ruedas todos contra todos en condición de local y visitante. En el caso de la máxima categoría, además del campeón, los tres equipos que lo sigan en el escalafón ingresarían en forma directa a la Copa Libertadores, el quinto disputaría el repechaje y del sexto al undécimo correspondería la Sudamericana. Si el equipo que pugna por ingresar a la zona de grupos del principal certamen continental no lo lograse su cometido, ingresaría entonces a la Sudamericana en lugar de quien estaba en la undécima posición, relegándolo. En lo que hace a las categorías inferiores, el primero de la tabla se haría acreedor de un ascenso, pudiendo establecerse para los dos restantes un certamen reducido de eliminación directa.

Patricio Insua
Patinsua@gmail.com

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