martes, 15 de noviembre de 2011

Un oasis

El triunfo de la selección ante Colombia dejó como dato más saliente un elemento que parecía perdido: la reacción ante la adversidad. Luego de irse al descanso en desventaja en la sofocante Barranquilla, el conjunto dirigido por Alejandro Sabella tuvo coraje, enjundia y destacados recursos futbolísticos para ir a buscar el partido. Así se quedó con el triunfo por 2 a 1, con goles de Lionel Messi y Sergio Agüero. Argentina consiguió un triunfo que lo puede marcar.

El cambio de actitud se observó con mayor claridad en algunos nombres propios; el caso más destacado fue el de José Sosa. El ex Estudiantes había tenido malos primeros 45 minutos y en el complemento se destacó a partir de la claridad en su juego y un enorme esfuerzo físico. También el capitán argentino tuvo una muy valorable segunda mitad. Si en los últimos minutos ante Bolivia -en el desolador previo empate en el Monumental- se lo había extrañado, ante Colombia fue determinante para el triunfo.

La victoria no mostró a un buen equipo, sino a uno con falencias; aunque esbozó señales para esperanzarse. La segunda manga de eliminatorias, tomada como una unidad, expone que lo hecho ante bolivianos y cafeteros dejó más dudas que certezas. La Selección necesita comenzar a recorrer un camino de mayor claridad conceptual y con un compromiso sin concesiones, en el camino que mostró ayer en el segundo tiempo.

Tantas frustraciones, carencias y errores prolongados en el tiempo refieren a un problema estructural, cuya complejidad implica diversas aristas. La solución, por tanto, no lo es menos y requiere perseguirla sin sosiego en lugar de esperarla.

Los nombres propios deben ir detrás de un principio colectivo. No hay futbolista que vestido de celeste y blanco siquiera se acerque a los rendimientos que muestran en sus clubes, donde se destacan sin cuestionamientos. Tal vez por eso en cada uno de los eventuales apuntados descansan exposiciones con argumentos valederos. Ni Messi, el mejor jugador del planeta, logra destrabar el cerrojo cada vez más atascado por el óxido del paso del tiempo. La mochila es pesada y la presión asfixiante para jugadores y técnicos. Se trata de un círculo pernicioso que crece retroalimentándose.

En el problemático universo de la selección, la órbita a la que ahora se le presta más atención es a la que describe el planeta comandado por Sabella. El DT realizó cambios (algunos obligados, es cierto) de nombres y esquema de cada partido de eliminatorias al siguiente. Si la versatilidad es una virtud, su costo es la imposibilidad de definir un estilo. Esos movimientos constantes implican muchas horas de trabajo. El propio entrenador se refirió antes del encuentro ante los colombianos a la falta de tiempo; sin embargo, le dio demasiada libertad de acción al plantel. Cada estada del seleccionado en el país debe necesariamente implicar más horas en el predio de Ezeiza y menos de dispersión.

El segundo tiempo ante Colombia fue un oasis. El desafío es hacerlo permanente. El proceso seguramente sea más lento de lo deseado, pero debe ser continuo y traccionado por esa especial dedicación que solamente promueve la pasión.
(Foto: Telam.com.ar)

Patricio Insuapatinsua@gmail.com

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