martes, 8 de noviembre de 2011

La queja inválida

“Nos regalaron un tiempo, no tuvieron la pelota y en el segundo tiempo no llegaron al arco. No quiero ganar un partido como lo hacen ellos, prefiero seguir intentando jugar al fútbol”. Con esas palabras, Ricardo La Volpe eligió el peor camino posible a recorrer al momento de referirse a la derrota de Banfield ante Lanús. Nada menos que tras un clásico, lo dicho tenía más de llanto que de análisis.

Visceral, el exentrenador del seleccionado mexicano vive y respira fútbol, pero recurrentemente desprestigia lo que le es ajeno. Todo técnico, como hombre de fútbol, está en su derecho de expresar su visión y valoración de un conjunto. La crítica nunca es censurable. Muy distinto es descalificar al adversario eventual con la pretensión de justificar la propia impericia.

El fútbol es un deporte en el que un equipo puede dominar el trámite de las acciones, jugar mejor que su oponente y de todos modos caer derrotado. Nada de eso sucedió en el choque disputado en el estadio Florencio Sola por la 14º fecha del Apertura 2011.

Cuando La Volpe asegura que Lanús le regaló 45 minutos y que en el complemento ni se aproximó con peligro no hace más que reconocer las limitaciones de los suyos, que no supieron aprovechar ese panorama que pintó tan favorable. Si el Granate generó poco, el Taladro hizo aún menos habiéndose encontrado prontamente ante un escenario ideal con el tempranero gol en contra de Paolo Goltz y la lesión de Carlos Araujo que había obligado a Gabriel Schurrer a forzar a Eduardo Ledesma de lateral derecho.

Aunque el peor paso que dio en la conferencia de prensa consumada la derrota 2-1 fue cuando se refirió a “jugar al fútbol”. Esa búsqueda de quitar entidad ha quedado por demás obsoleta. Existen distintas formas de concebir lo que se quiere hacer en una cancha y los modos de ejecutarlo. Lanús no brilló, pero jamás buscó sacar ventajas por fuera del reglamento; hizo lo suyo y encontró una débil resistencia, lo suficiente para ganar.

Banfield está último, perdió diez de los 14 partidos que disputó y si no tuerce pronto el rumbo el Promedio será cada vez más flaco y lo que crecerá será el temor a perder la categoría. La Volpe asumió al frente de un equipo muy golpeado, que había perdido las primeras cinco fechas del torneo sin marcar goles. Sabía el riesgo que asumía. Y hay dos componentes que tienen su peso: la ligazón afectiva que siente por el club y saber luego de sus procesos en Boca y Vélez esta puede ser su última escala en el fútbol argentino. El refugio debe ser su probada capacidad y no la desvalorización de los demás.
(Foto: Telam.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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