lunes, 17 de mayo de 2010

El grito de un barrio: Argentinos campeón

El festejo es genuino, sin ningún paso ensayado previamente. Saúl Laverni pita el final en Parque Patricios y los jugadores saltan como chicos. Néstor Ortigoza se toma la cabeza. Su otra mitad, Juan Mercier, se arrodilla y mira al cielo. El juvenil Luis Ojeda, dueño del arco en el partido decisivo, grita su felicidad de cara a los más de 10.000 hinchas que tuvo a sus espaldas en el segundo tiempo y ahora deliran de felicidad. Claudio Borghi y su cuerpo técnico son un solo abrazo en el banco de suplentes y varios futbolistas una montaña humana en el centro del campo de juego.

Argentinos se consagró como el mejor del país después de 25 años y aunque el propio Borghi se había encargado de marcar las diferencias entre aquel campeón y este, hay puntos de conexión. Uno inevitable es el de Néstor Ortigoza como exponente clásico de la mejor fábrica de mediocampistas centrales del fútbol argentino y dueño de los tiempos del equipo. Se trató, también, de un conjunto forjado desde la inteligencia de su entrenador y la zapienza de los ejecutantes. El fútbol es músculo y cerebro. Más fácil ejercitar el sacrificio físico que el conocimiento del juego, el Bicho hizo honor a la predica de su escudo (mens sana in corpore sano) al revertir la ecuación que domina al fútbol actual.

Sale Mercier del vestuario, con un gorro de lana, colorado, por supuesto, obsequio de un hincha. Un rato antes hizo el gol más importante de su carrera, que mucho supo del Ascenso. Destaca la importancia suprema que tuvieron las victorias ante Central e Independiente. “El Bichi nos dio un mensaje que nos permitía jugar muy tranquilos. El título es un premio justo para estos jugadores, para un equipo que vino muy de abajo. Callados y tranquilos ahora festejamos un campeonato con el equipo como figura, por la entrega, el hambre y la humildad”.

En el fragor de los festejos, ningún jugador dejó de referirse a la importancia de Borghi, un hombre ya trascendental en la historia del club por su presencia en todos los títulos conseguidos. Brilló como uno de los mejores talentos de aquel equipo que se quedó con el Metropolitano de 1984 y en el Nacional y la Copa Libertadores de 1985. El estadio Diego Armando Maradona no corre peligro de ser rebautizado, pero no podría extrañar que en un futuro cercano alguna de las tribunas lleve su nombre.

Autor del segundo gol ante Huracán, Facundo Coria enfrenta cámaras, micrófonos y grabadores y destaca que “el equipo jugó muy bien a lo largo de todo el torneo y el título es un premio al esfuerzo”. Como todos sus compañeros, elogia al entrenador: “Él armó este equipo y potenció a todos estos jugadores. Nos marcó una línea de juego desde el primer día y nos dio confianza. Porque una de las claves para lograr el campeonato fue la tranquilidad que siempre tuvo el equipo”. El enlace sentencia que el campeonato es producto “del buen juego, la perseverancia y la búsqueda siempre del arco rival”.

Con cinco derrotas fue el equipo que menos perdió en la temporada y con 67 goles a favor el que más marcó. Esos números reflejan una campaña extraordinaria, un año futbolístico en el que Argentinos supo muy bien cómo defenderse y enarboló un ataque siempre difícil de contener para sus rivales, que tuvo el merecido premio de la consagración en el Clausura 2010.

José Luis Calderón es un ex futbolista. Deja el vestuario visitante consciente de que esa fue su última tarde adentro de una cancha. Lleva la sonrisa del broche perfecto. “Siento que se termina una etapa importante en mi vida, a la cual le dediqué muchísimo tiempo. Bajo la persiana del jugador y espero la etapa que va a empezar, que es la de del técnico. El Bichi se acordó de un jugador retirado y por eso le estoy muy agradecido. Cuando llegué a Temuco, a la pretemporada, les dije a los muchachos que venía para ser campeón y me miraron como si estuviera loco. Pero cuando el equipo empezó a jugar se dieron cuenta que el equipo estaba para más”.

Argentinos no llegó a la cima con la brillantez como patrón. Tampoco por su solidez. Encontró, desde la prédica de su entrenador -un hombre que enriquece el medio- una estación intermedia a partir de una estructura sin rigidez a la vez que responsable de cada uno de los aspectos del juego. Así arriesgó sin miedo y forjó una identidad propia y bien definida.

El capitán del equipo, Matías Caruzzo, otro de los formados en el club, no duda de los méritos de la consagración y, con la copa entre las manos, destaca el esfuerzo colectivo como valor supremo. “Somos merecedores de esto. Lo esperábamos. Estoy contento por el equipo, por el cuerpo técnico y por la gente. Hay que disfrutar este momento. Luchamos, sufrimos y nos sacrificamos, y con humildad y hambre logramos ser campeones. El partido contra Independiente va a quedar grabado”.

La Paternal desde el sentimiento, Villa General Mitre para los puristas de la geografía porteña, es hoy el epicentro de un escenario barrial de sonrisas amplias. Y lo será durante el próximo tiempo, porque los festejos que se habían iniciado el domingo por la mañana como buen augurio para la posterior consagración vespertina se prologarán largamente. Argentinos recuperó su gloria y es el nuevo campeón del fútbol argentino.
(Foto: Canchallena.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

1 comentario:

mujerdeole dijo...

Muy buen Post.
Argentinos es un justo campeón puede ganar torneos. El Bichi Borghi es un grande, un tipo que le hace bien al fúbtol que desdramatiza situaciones, que tiene convicciones claras y que sabe cómo quiere jugar. No es poca cosa.

saludos