lunes, 5 de abril de 2010

Finalmente, Simeone se fue de San Lorenzo

En su cruda y parabólica novela Una sombra ya pronto serás, el genial Osvaldo Soriano, sanlorencista de ley, le hace decir al gordo Coluccini, personaje central de esa historia sin bordes, que "hay que saber retirarse antes que el espectáculo se vuelva grotesco". Eso fue lo que entendió Diego Simeone tras la derrota 1 a 0 frente a Gimnasia, en el Nuevo Gasómetro, el último fin de semana. Los atronadores insultos que recibió exigiéndole que se vaya (también los hubo para jugadores y dirigentes) antes de que se consume la caída ante el Lobo seguramente terminaron por decidirlo a dejar su lugar. El descontento de los seguidores del Ciclón respondía a un equipo desorientado, a la deriva en las últimas posiciones y que sabe no tendrá competencia internacional en 2010, al igual que Boca y River.

El largo plazo es una quimera en el fútbol argentino. Ni dirigentes, ni técnicos, ni jugadores, ni mucho menos los hinchas creen en un proyecto que siente bases hoy para recoger sus mejores frutos mañana. El propio Cholo desestimó un trabajo de presente ganador y futuro más que promisorio al dejar Estudiantes. Un DT que esté cuatro o cinco temporadas el frente de un equipo en un imposible en nuestro medio y por eso Antonio Mohamed es presentado como un rara avis por llevar dos años al frente Colón.

Antes de que se que comenzara el Clausura, el ex capitán de la selección argentina adelantó que sería un campeonato cruel. Lo fue sin dudas para él. Con esa frase tal vez apuntaba a la histeria que implicaría un torneo que sería una obligación impostergable para los tradicionales grandes, ausentes en el pasado Apertura ganado por Banfield. Nunca logró que San Lorenzo plasme en la cancha sus ideas y eso lo hizo ingresar en una vorágine que culminó con un equipo anárquico.

Sus pasos por River y San Lorenzo desfiguraron la excelente imagen que había logrado en Estudiantes. Se trata de un animal futbolero, un hombre de gran apego al trabajo, de actualización constante, de reflexión permanente sobre el juego y sus distintas alternativas. Pero en su diatribas, siempre plenas de conceptos y con distintos blancos, se vislumbra el convencimiento de contar con algo así como una verdad relevada. Hay cierto fanatismo en Simeone y un posicionarse por encima de sus interlocutores, algo que practica como nadie el inefable José Mourinho, el portugués entrenador del Inter. Como fuera, Simeone deberá replantear sus últimas fórmulas, hacer una revisión introspectiva y frenar el vértigo con el que ha vivió hasta acá su carrera como entrenador.
(Foto: Lanacion.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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