lunes, 19 de abril de 2010

Otro capítulo de la violencia en el fútbol

La decimoquinta fecha del Apertura se desarrolló con varios incidentes en los encuentros que se disputaron durante el fin de semana. No faltaron hechos de violencia explícita ni tampoco los mensajes intimidatorios, como lo son siempre las banderas colocadas en el centro de las tribunas populares. Esta vez se vieron en el seno de las hinchadas de Boca y River.

La 12 sentenció en letras azules sobre fondo amarillo “Martín Palermo, mi único héroe en este lío”, un claro respaldo al N° 9 en la disputa que mantiene con Juan Román Riquelme, quien en la última conferencia de prensa que brindó dio a entender claramente que había sufrido un apriete de ese grupo. El histórico goleador xeneixe siempre ha exhibido una deportividad ejemplar, con un profesionalismo que muchas veces lo llevó a extender y agregar jornadas de trabajo a las pautadas por los cuerpos técnicos, sin simulaciones ni reclamos de tarjeta para los adversarios, algo tan habitual en los últimos años del fútbol argentino. Sin embargo, su relación con la barra brava boquense, dedicándole goles, con visitas a líderes detenidos y participaciones en sus eventos para recaudar dinero, ha sido una mancha en su carrera.

Por su parte, Los Borrachos del Tablón colgaron una bandera en lo alto del Monumental que rezaba “Muñeco Gallardo ortiva y golpista”. Los reclamos de los barras a los jugadores siempre están referidos a las cuotas que pretenden cobrarles a los jugadores y ahí está la explicación al primer adjetivo: la negativa al aporte. Con la cercanía del Mundial el botín se incrementa y, entonces, la virulencia también. El segundo seguramente hacía alusión al rol del ídolo millonario en la salida de Reinaldo Merlo de la dirección técnica, en los primeros días de 2009.

En el estadio Diego Maradona, donde Chacarita hace de local, la derrota parcial 2 a 0 ante Atlético de Tucumán provocó la ira de una parte del público que descargó su furia contra los blindex y alambrados perimetrales. Aunque lo más grave ocurrió días antes del partido y en otros ámbitos. Primero fue la intimidante presencia de miembros de barra del conjunto de San Martín en los tribunales donde el ex juez Mariano Bergés fue sobreseído en el litigio que mantenía con Luis Barrionuevo, sindicalista y político que fuera presidente del Funebrero. En tanto, Walter Chichilo Acevedo, líder de la barra tucumana, fue detenido acusado de balear la Subjefatura de Policía.

Otro episodio similar ocurrió en Rosario, donde el día balearon la casa de una hermana de Roberto Pimpi Camino, justo cuando se cumplía un mes del asesinato del ex jefe de la barra leprosa en los tiempos de Eduardo López. Durante el clásico ante Newell´s, el día anterior, se habían producido incidentes en los sectores de cabinas, donde plateístas de Central agredieron a algunos periodistas.

En otro choque de rivales acérrimos, San Lorenzo y Huracán, hubo enfrentamientos entre parte de la parcialidad del Globo y la Policía. En tanto, en el último partido del domingo, hinchas de Vélez arrogaron butacas y varios de Racing pretendieron avanzar hacia su ubicación, para lo cual derribaron una reja divisoria y más tarde regresaron a su sitio haciendo equilibrio por una cornisa de la segunda bandeja del estadio Presidente Perón.

El fútbol argentino está enfermo de violencia, víctima de las sociedades entre dirigentes políticos, policías, dirigentes y barras bravas. Cada uno a su manera alimentó durante años un entramado que parece ahora imposible de desarticular. Los hinchas de a pie, con insultos, escupidas y vítores a los bravos también hacen su aporte. Claro que las responsabilidades no son las mismas y será tarea de quienes ocupan posiciones que implican tomas de decisiones obrar para que el fútbol deje de ser un espectáculo de alto riesgo.
(Foto: Infobae.com)

Patricio Insua
Patinsua@gmail.com

1 comentario:

Darilo dijo...

Estoy convencido que hasta que la violencia no se lleve puesto a un dirigente, un político o un protagonista, sea DT, árbitro o jugador, no se va a plantear desde lo político (que es donde se debe actuar) la extirpación de todo este entramado cada vez más complejo de desatar.