
Las estadísticas del conjunto de Falcioni evidencian lo extraordinaria que fue su campaña. Obtuvo una gran cantidad de puntos, 41, más del 70 por ciento de los que disputó; tuvo al goleador del certamen, Santiago Silva, con 14 tantos; la valla menos vencida, con 11 goles recibidos en 19 partidos (en diez Cristian Lucchetti mantuvo su arco en cero), y se mantuvo invicto las primeras tres cuartas partes del torneo, hasta la fecha 15. La contundencia de los números exponen con claridad la categoría del campeón, de quien maximizo como nadie las virtudes y supo esconder celosamente las debilidades.
Para que Banfield llegase al momento más esperado fue valiosa la tregua política. Antes y después de las elecciones que Carlos Portell ganó muy ajustadamente en octubre del año pasado, las diferencias entre oficialismo y oposición eran furiosas. Pero hubo consenso para la vuelta de Falcioni, quien se había ido en muy malos términos con el titular albiverde desde 1998 y bajo la promesa de no regresar al club hasta su salida. La firme marcha del equipo bajó marcadamente los decibeles disputa dirigencial, que sin desaparecer se silenciaron detrás del objetivo mayúsculo.
La seguridad en el arco de su capitán, el histórico Lucchetti; la firmeza de su zaga central, con Víctor López y Sebastián Méndez; la entrega por los costados de Julio Barraza y Marcelo Bustamante; el extraordinario trabajo táctico en el centro del campo de Marcelo Bustos primero y la posterior prestancia de Roberto Battión; la inteligencia y entrega de Walter Erviti; el desequilibrio de James Rodríguez; el sacrificio de Marcelo Quinteros y la temible dupla de ataque uruguaya con el punzante Sebastián Fernández y el voraz goleador Silva. Las ganas de Julio Marchant, el oportunismo de Cristian García y los aportes de Santiago Ladino, José Devaca, Emanuel Pio, Pablo Vergara y Federico Sardella. Así Banfield edificó el monumento que diseñó Falcioni.
El fútbol argentino tiene un nuevo campeón, el 16º de su historia profesional y así queda saldada una deuda. Hace dos años fue Lanús quien celebró lo que se le debía y en La Plata Gimnasia sueña hasta la obsesión con la conquista del título tan esquivo. Banfield merecía la gloria, por su historia, por su lugar el fútbol argentino, por aquel puñal de 1951. La alegría ahora es toda verde y blanca, el pueblo banfileño, de esa ciudad que late con su equipo, tendrá un gran motivo para brindar a fin de año y pocos días después, el 21 de enero, celebrar de manera más que especial sus 114 años de vida. Salud, Taladro. Salud, campeón.
(Foto: Lanacion.com.ar)
Patricio Insua
patinsua@gmail.com
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