lunes, 4 de mayo de 2009

Palermo Gol

Corren tiempos volátiles para el fútbol argentino, de procesos breves en los cuales difícilmente un técnico resista más de dos temporadas en una institución, de idolatrías furtivas con jugadores que las menos de las veces llegan a disputar un centenar de partidos con la misma camiseta. En este contexto se vuelve aún más grande la magnífica conquista de Martín Palermo, quien llegó a los 200 goles en Boca con el hermoso tanto de tijera ante Deportivo Táchira, por la Copa Libertadores. Allá lejos quedó el primero de la serie, ante Independiente, el 30 de septiembre de 1997.

El bicentenario goleador surgido en Estudiantes de La Plata necesitó para su gesta 315 partidos, de lo cual se desprende una efectividad que también parece de otros tiempos. Su promedio de gol lo emparenta con los míticos arietes de las primeras décadas del fútbol profesional. El detalle desmenuza 158 tantos por torneos locales y 42 en certámenes internacionales, convirtiéndoselos a 50 equipos distintos, 30 argentinos y 20 del exterior.

Insaciable, a los 35 años, Palermo va a hora por la idolatría máxima en el conjunto de La Ribera: ser el máximo artillero en la historia del club. Para eso deberá alcanzar a Roberto Cherro, quien en los finales del amateurismo y principios del profecionalismo anotó 218 tantos.

Varias veces lo dieron por muerto, pero el hombre siempre respondió con goles y más goles. Al regresar de España muchos lo creyeron de vuelta, cuando contrataron a Bruno Marioni se apostaba a ver cuánto tardaría éste en quitarle el puesto y también lo enterraron el año pasado al sufrir la segunda rotura de ligamentos de su carrera. Siempre resucitó.

A fuerza de inflar las redes de todos los arcos argentinos, Palermo está también en la historia grande de nuestro fútbol. Si a los goles que anotó con Boca se le suman los que hizo en el comienzo de su carrera en Estudiantes, el Loco suma 192 (en 330 partidos) quedando a solamente un tanto de ingresar al privilegiado círculo de los diez máximos artilleros de Primera División en la era profesional. Para tomar dimensión del logro de Palermo, bien vale repasar que ha superado en cantidad de goles a mitos y figuras de la talla de José Manuel Moreno (187), Hugo Gottardi (186), Roque Avallay (184), Juan José Pizzutti (182) Jaime Sarlanga (171), Luis Artime (165), Vicente de la Mata (152) y Mario Boyé (151).

Integró una delantera tremenda, que siempre será recordada, con Guillermo Barros Schelotto, de quien se hizo compinche y amigo cuando de pibes se detestaban; peleaban en el colegio y los clásicos platenses entre Estudiantes y Gimnasia. Incluso antes de la ida de Boca del mellizo, comenzó a integrar un tándem no menos peligroso con Rodrigo Palacio como acompañante. Marcelo Delgado también supo ser un buen acompañante. En todos los casos, nunca dejó de ser él quien representó el mayor peligro para las defensas rivales.

Sus goles han sido importantísimos para Boca. Sirvieron para ser campeón local, para alzar la Copa Libertadores de América y para ser campeón del mundo en 2000, cuando le convirtió al Real Madrid, en Japón, dos veces antes de los 10 minutos de juego. Sus festejos fueron protagonistas de 13 títulos para el club, 6 locales y 7 internacionales. Y si bien no son campeonatos, algo bastante parecido: muchos de los goles de Palermo fueron para ganar clásicos, y esos son los que los hinchas nunca olvidan. A River le anotó 7 veces, siendo el más recordado aquel por los cuartos de final de la Copa Libertadores de 2000, en su vuelta tras la primera rotura de ligamentos que padeció. Además, le hizo 10 a San Lorenzo, 7 a Independiente y 6 a Racing; es decir que como xeneixe le anotó 30 goles a los otros cuatro tradicionales grandes. Los que más lo sufrieron fueron Gimnasia y Esgrima de la Plata, su rival, y Vélez; al Lobo le anotó 12 y a los fortineros 11.

Seguramente, pese a la friolera de goles conseguidos vestido de azul y oro, Palermo no esté a la altura de los grandes goleadores argentinos que han tenido reconocimiento internacional, como Gabriel Batistuta, Hernán Crespo y Abel Balbo. Porque Europa y el Seleccionado le fueron esquivos. En el Viejo Continente se desempeñó en la liga española, donde disputó cuatro temporadas en Villarreal, Betis y Alavés y su rendimiento nunca fue bueno. Con la albiceleste tampoco rindió en el puñado de oportunidades que tuvo y su paso por el elenco nacional será siempre recordado por haber errado tres penales en un mismo partido, ante Colombia, en la Copa América de 1999.

Pero su paso por el fútbol ibérico le dio madurez como jugador. Regresó con el olfato goleador que había mostrado aquí y le agregó mejor ubicación y la capacidad de, eventualmente, retrasarse para participar del armado de las jugadas o hasta incluso actuar de asistidor y no ser exclusivamente un definidor.

Por sus movimientos aparatosos, por no ser un jugador dúctil (circunstancias por las cuales los hinchas de Boca se burlaban de él cuando llegó al club), y por no haberse destacado en Europa ni en la Selección, Palermo ha sido cuestionado. Pero a fuerza de goles y de la imagen de buen tipo se ganó el respeto del pueblo futbolero argentino, que lo reconoce como uno de los más importantes goleadores que han pisado estas canchas.
(Foto: Eldepornauta.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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