martes, 7 de agosto de 2007

Medidas inexistentes

El iniciado torneo Apertura, del cual se disputó apenas una fecha, produjo en la previa más noticias entorno a las cuestiones organizativas, que a lo estrictamente futbolístico. Un mercado devaluado, que se sintetiza en la lucha entre River y Racing por contratar al ignoto portero correntino Hilario Navarro, y las medidas vinculadas a acotar la cantidad de público visitante explican el porqué de esa realidad mediática.

La AFA determinó que en aquellos estadios en los cuales no hay butacas en las tribunas visitantes sólo se pueda poner a la venta la mitad de las entradas del total de la capacidad. Así, por ejemplo, el viernes, en el inicio del torneo, Estudiantes dispuso de 4.500 localidades en la popular visitante del estadio de Banfield. La medida enfureció a los hinchas, quienes argumentan que ese no era el camino para frenar la violencia, ya que los barrabravas causantes de los disturbios no tendrán problemas de ingreso a las tribunas. La custión es aún más delicada en las categorías del ascenso, para las cuales se dispuso nula concurrencia del público visitante.

La muy poca elegancia de la dirigencia del fútbol argentino y del establishment mediático, conjunción responsable de todos los desaguisados de los últimos años, hizo que la disposición de reducir la asistencia del público visitante coincidiera con la nueva oferta de poder ver por televisión (mediante distintas opciones pagas) los diez encuentros de cada fecha de Primera División. La opulencia y el descaro todo lo pueden.

Pero si la determinación de populares visitantes flacas de por sí irritaba a los simpatizantes, más fastidio causó aún luego de la primera fecha, cuando en varias tribunas de la visita pudo apreciarse claramente que la asistencia era superior al 50 por ciento de la capacidad. La concurrencia de los seguidores de Tigre en La Plata y de los hinchas de Racing presentes en Bahía Blanca son los dos más claros ejemplos.

También se había asegurado que se respetarían los horarios de inicio de los partidos y los 15 minutos de entretiempo, pero parece que los relojes no funcionaron bien. Además, se advirtió antes que comenzase a girar la pelota que se controlaría el número de personas inmediatamente fuera del campo de juego; entonces, ¿qué hacía Agüero al lado del banco de suplentes de Independiente en el choque entre el Rojo y Lanús en Avellaneda? Claro que en el rubro nada supera a lo que cada domingo se ve en la Bombonera, este fin de semana con el agregado del festejo por la obtención de la Copa Libertadores. Mauricio Macri nunca pudo darle orden al estadio de Boca, tampoco limitar el accionar de los violentos, ni ofrecerle condiciones dignas a los espectadores de la popular. No lo pudo hacer en un estadio, pero asegura que lo logrará en una ciudad por la que transitan cada día 8 millones de personas.

Si todo esto se dio en la primera fecha, no hace falta tener demasiada imaginación para proyectar qué habrá sido de estas medidas al finalizar el torneo. Claro está que en ninguno de los medios que más y mejor rédito sacan del negocio del fútbol se mencionó cuestión alguna sobre estas falencias; sino basta con el ver el suplemento deportivo del diario más vendido del país, que el lunes posterior al primer fin de semana futbolístico de la nueva temporada dedicó sus primeras cuatro páginas a un futbolista que no jugó.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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