lunes, 20 de noviembre de 2006

El imperio del caos

Alain Joxe, sociólogo francés, publicó en 2003 su libro titulado “El imperio del caos”. En él explica el descalabro que vive el mundo por estar George W. Bush al frente del gobierno de la potencia hegemónica. Salvando distancias obvias, con Julio Grondona al frente de la AFA el camino transitado en el fútbol argentino es el mismo y los desaguisados se encadenaron sin detenerse. Ahora, el desastre se le explotó al mandamás en sus propias manos y el caos es incontrolable. Tan incontrolable que su propia cabeza, que atravesó gobiernos nacionales de todo tipo y color, parece estar a punto de rodar.

Pasado el mediodía del domingo en que Racing y San Lorenzo debían enfrenarse por la decimosexta fecha del Apertura en el Estadio Ciudad de La Plata y sin público, hinchas de ambos equipos impidieron la salida de los micros con los planteles hacia la capital bonaerense. El resultado fue la suspensión del encuentro. Desde ese momento, la comunicación entre los capitanes de los conjuntos de Primera División se hizo continua para llegar a la determinación de no salir a la cancha a disputar sus partidos. Se repitió la misma fluidez telefónica que el viernes por la tarde había llevado a varios futbolistas a reunirse en un hotel porteño a espaldas de su gremio -el mismo que dejó de representarlos hace muchos años- con la intención de no jugar la fecha. Los dos intentos, el del viernes y el del domingo ya en los vestuarios, tuvieron el mismo final: vaya bajo a saberse qué mecanismos, se torció la voluntad primigenia de los jugadores para que la pelota, manchada como nunca, no dejase de girar.

Seguramente, desesperado, el Pope, pasmado por la fractura de la política del todo pasa reinante durante más de un cuarto de siglo, movió a quienes aún le responden (que no son pocos, pero que cada vez son menos) para hacer jugar los partidos. De lo contrario perderían los puntos quienes no lo hicieran, según él mismo advirtiera mediáticamente. Pocos minutos antes, Jorge Domínguez, hasta ese entonces secretario de Agremiados, había anunciado que la jornada dominical se suspendía. Más tarde, atropellado por la realidad de la puesta en marcha de los partidos, preso de sus palabras se vio obligado a renunciar a su cargo.

El imperio del caos se instaló en el fútbol argentino y hoy lo tiene en estado de coma. Con prebendas y manejos espurios, el poder absoluto tapaba todas las grietas para hacer impenetrable su búnker. Pero la búsqueda de la renegociación de los contratos televisivos, Rafael Di Zeo con exposición de vedette mediática y la nefasta cadena de hechos que se concatenaron con el impresentable proceder de Muñoz en aquel primer tiempo de Boca – Gimnasia, marcaron las gruesas líneas que luego se ramificaron para encender el fuego que se expandió incontrolable. Así, los malos, siempre sostenedores del status quo, se hicieron contraproducentes y abrieron una ventana que permitiese dejar pasar algo de luz y un poco de aire.

La era de Grondona se acerca a su inexorable extinción. Triste, solitario y final, diría el enorme Osvaldo Soriano. Triste por el irreparable daño hecho, solitario porque así se encontrará una vez destronado y final de tanta tropelía. Pero habrá que estar preparados, porque todo gobierno que siga al que actuó de modo por demás pernicioso durante tan largo tiempo encontrará en cada paso bombas de tiempo listas para detonar. Entonces quedará por ver si se encarará la refundación del fútbol argentino o si será solamente un cambio de caras y apariencias funcional a los mercaderes.
(Foto: Lancion.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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