martes, 8 de agosto de 2006

Obediencia debida

Victor Vekselberg. Ese nombre y apellido no parecen decir demasiado. Algunos tal vez detecten su origen: Rusia. Con una fortuna estimada en el orden de los 6.000 millones de dólares, enriquecido al extremo tras la Perestroika con las escandalosas privatizaciones rusas de la década de 1990, Vekselberg tendrá un rol protagónico en el porvenir del seleccionado. Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, firmó un contrato con este personaje, de quien dependerá en gran parte la suerte del conjunto nacional a cambio de poco más de 10 millones de euros, mucho menos de los casi 100 millones de dólares que este magnate del petróleo desembolsó para que los Huevos Imperiales de Fabergé decoren una de sus mansiones.

Los técnicos que se sucedieron en la Selección siempre tuvieron una ventaja respecto de sus colegas que trabajan en los equipos de clubes: la posibilidad de elegir a cualquiera de los ricos elementos que componen el universo de los futbolistas argentinos. Pero esto ya no será así. El leonino contrato que firmó la AFA le impone a Alfio Basile, técnico de la albiceleste, la obligación de incluir en cada una de sus convocatorias para los encuentros amistosos a determinados jugadores. Renova, tal es la denominación de la empresa capitalista, conformó una lista de 30 futbolistas de los cuales deberá haber al menos siete en toda citación del seleccionador. Esta no es la única imposición: en cada fecha FIFA el rival que elegirá Argentina saldrá de una terna propuesta por los rusos, quienes además determinarán el escenario del cotejo, los hoteles y los lugares de entrenamiento. Además, el convenio contempla la posibilidad de que Victor Vekselberg tenga vía libre de entrada y salida en hoteles, campos de entrenamiento y vestuarios antes y después de los partidos.

En los próximos cuatro años, la preparación mundialista para Sudáfrica 2010, Renova organizará 24 amistosos y, a cambio, la AFA recibirá alrededor de 500.000 euros por encuentro (un buen porcentaje ya lo cobró por adelantado). De esta manera, las aspiraciones deportivas de la Selección para la próxima Copa del Mundo estarán encadenadas a la conveniencia económica –cuando no los caprichos- del magnate ruso que alquiló el equipo nacional. Si bien los ceros impresionan, la cifra suena menor para una selección de peso, máxime si se tiene en cuenta que el contrato se firmó antes del mundial de Alemania. ¿Qué hubiera ocurrido si Argentina era campeón del mundo y Lionel Messi descollaba siendo el principal artífice de tal logro? La respuesta es sencilla: Vekselberg hubiera hecho un mejor negocio todavía. De todas maneras, pese a que Argentina quedó prematuramente eliminada, tal como quedó el mapa futbolístico tras la cita germánica, Messi está en condiciones de ponerse sobre su cabeza la corana reinante del Planeta Fútbol en el corto plazo. Así dadas las cosas, es evidente que además de Vekselberg alguien hizo también un gran negocio y de seguro que no fueron los clubes ni la Selección de Argentina.

Pese a que ya está rubricado, es poco lo que se sabe de este gerenciamiento del seleccionado nacional. Esto se debe al modo absolutista en el que se manejan estas cuestiones en la casa matriz del fútbol argentino y al silencio imperante en los multimedios de comunicación aliados a Julio Grondona. Sin embargo, las grandes verdades no es posible ocultarlas por demasiado tiempo y, poco a poco, se van conociendo los detalles de un contrato inédito para una Selección como la albiceleste. Los primeros rayos de luz, con datos concretos y nombres propios, se conocieron el 2 de julio último, con una nota publicada en el diario El País, de España, titulada Un banquillo en entredicho y firmada por Diego Torres.

En una entrevista, consultado Grondona sobre qué es lo que ocurriría si Basile decidiera no convocar para un partido a ninguno de los 30 futbolistas escogidos por los rusos, el mandamás del fútbol argentino respondió sin eufemismos que conocía bien a quien había elegido como técnico del seleccionado y si esa posibilidad estuviese presente no se hubiera inclinado por el entonces DT de Boca sino por otro.

Desde hace más de un cuarto de siglo Grondona decide de forma unipersonal absolutamente todo lo que tenga que ver con el fútbol argentino. Lo que delega es lo que no le importa en lo más mínimo. En estos años de despotismo el vicepresidente de FIFA tejió un entramado que todo lo abarca en el mundo de la pelota. Con prebendas y reprimendas logró poner a todos -los clubes en primer lugar- a sus pies y comiendo de su mano. Ya sin pudores, con la tranquilidad que da saber que sus conductas jamás recibirán castigo, Grondona firmó un contrato cuyas consecuencias para el fútbol argentino pueden ser nefastas.

(Foto: Tnk-bp.com)

Patricio Insuapatinsua@gmail.com

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