martes, 28 de julio de 2015

El resurgir de River

River espera la final de la Copa Libertadores como campeón de la Sudamericana, con un lugar ya asegurado en el Mundial de Clubes que se disputará en diciembre Tokio y desde el firme protagonismo que mantiene en el certamen de Primera División. La consideración general lo destaca como el mejor equipo del país, reconocimiento que no entrega un trofeo pero constituye una gran valoración.

Después del título doméstico del año pasado con Ramón Díaz como técnico, ante la renuncia del riojano River optó en la sucesión por Marcelo Gallardo, que con menos de 40 años solamente había dirigido a Nacional de Montevideo. La apuesta fue pura ganancia desde el comienzo. El Muñeco imprimió un notorio salto de calidad. Desde el primer instante al frente del plantel, pergeñó un equipo con una idea clara, una fisonomía distintiva y conceptualmente superadora. El entrenador siempre destacó el trabajo de conjunto por sobre cualquier nombre propio en ese andamiaje de solidez defensiva, presión y manejo en el mediocampo y filo en ataque. La confianza plena de los futbolistas en su conductor resulta evidente.

Primero con las arrasadoras presidencias de José María Aguilar y luego con la calamitosa conducción de Daniel Passarella, River transitó por el período más funesto de su historia. La degradación fue institucional, económica y deportiva y el inédito descenso a la segunda categoría fue la implosión definitiva.

Después de aquel vaciamiento, River se dio a la resurrección; al menos –y vaya que no es poco- en el plano futbolístico. Lo hizo a partir de un círculo virtuoso: los socios eligieron a Rodolfo D´Onofrio, el presidente eligió a Enzo Francescoli, el mánager eligió a Marcelo Gallardo y el entrenador eligió un modo de juego y unos intérpretes para esa idea que devolvió satisfacciones al socio y al hincha. Al regreso del abismo del descenso llegó un nuevo título local, dos copas internacionales -la Sudamericana y la Recopa- para cortar una sequía de 18 años fronteras afuera y la presencia en una nueva final de Copa Libertadores tras casi dos décadas.

Además de sus propios méritos dentro de la cancha, en su recuperación River también contó con el guiño cómplice de las permisivas estructuras del fútbol argentino. Pese a ser el club más endeudado del país, siguió adquiriendo jugadores para su plantel. La AFA no establece controles, por eso se le permite esta conducta para todos los clubes del país.

En lo que refiere a la conducción de Gallardo (67 partidos dirigidos; 36 triunfos, 24 empates y 7 derrotas) y la ejecución de los futbolistas, River lleva un año de crecimiento sostenido. Tuvo algún momento de zozobra, claro; pero el bajón en el rendimiento no lo alejó de su libreto. Y entonces ahí está, con un resurgir vigoroso que puede colocarlo por tercera vez en su historia en la cima de la América futbolera.
(Foto: TN.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

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