martes, 12 de junio de 2012

El peregrinaje del regreso y el propio empequeñecimiento

El descenso de River era inimaginable, pero la cadena de desatinos en Núnez hizo realidad la peor pesadilla. Desde entonces, lo esperable era el desfile futbolístico en un torneo de ascenso. Nada de eso. Otra vez lo que no parecía posible ocurrió: el tránsito por el Nacional B del club más veces campeón de Primera División es portentosamente traumático.

Bajo la dirección técnica de Matías Jesús Almeyda volverá al círculo privilegiado del círculo nacional. Es líder del certamen con 70 puntos y se asegurará el regreso a su lugar natural si el próximo fin de semana, en la anteúltima fecha de la temporada, derrota a Patronato, en Santa Fe. Pero no será un motivo de festejo, ni siquiera un desahogo; se tratará del final de un suplicio deportivo.

El componente anímico es relevante en el juego, pero para el Millonario se trata de un cepo mental. Liberado espasmódicamente y atrapado en un síndrome vertiginoso, avanza a los tumbos y por su peso específico. No son pocos los hinchas a los que debe menguarles el pulso al imaginar qué hubiese pasado sin la llegada de David Trezeguet a mitad de campeonato. El francés campeón del mundo aportó como ningún otro tranquilidad, jerarquía, goles determinantes y disposición colectiva en un equipo que siempre fue más sus individualidades que un conjunto.

River, por sí mismo, decidió reducirse. Siendo uno de los dos gigantes del país, entendió que no podía diversificarse en dos competencias y sólo atendió una. A tal punto llegó River que consideró que el torneo de segunda división es todo su universo. Así, en la semifinal de la Copa Argentina (como en las instancias previas) puso a un equipo alternativo. No tomó nota de su grandeza, su popularidad en todo el país en un torneo disputado en distintas provincias, del importante beneficio económico, ni de la posibilidad de ganarlo para regresar al plano internacional, del cual también se cayó. Lo paralizó un solo torneo, el Nacional B. No se trataba del Clausura y la Libertadores, sino la segunda categoría y un torneo novel. Pero a River le pareció demasiada carga.

Así se prepara para el ascenso, un objetivo inverosímil para su historia. Buscará un instante de paz entre tanto sufrimiento dado por la continuidad de desatinos iniciados en la cabeza de sus dirigentes y expandidos hasta los pies de sus futbolistas. Intentará, traumas mediantes, volver a ser lo que fue. (Foto: Telam.com.ar) Patricio Insua patinsua@gmail.com

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