martes, 28 de junio de 2011

Y pasó lo inevitable: River se fue a la “B”

José María Aguilar. Nada que se escriba sobre el momento más doloroso en la inconmensurable historia del Club Atlético River Plate, con un desenlace tan asombroso como –paradójicamente- previsible, puede comenzar con otras palabras. Ese es el nombre del hombre que, junto a Mario Israel, Héctor Grimbeg y demás secuaces, devastó a una institución de trascendencia mundial. Tomó a un club con dificultades pero potente y entregó uno esquilmado y de rodillas.

Rapaces grupos empresarios que consiguieron fabulosas ganancias con la compra y venta de jugadores, intermediaciones con el Locarno suizo, barrabravas empleados en el club y la intención de liquidar valiosos juveniles en ramilletes fueron algunas de las circunstancias que derivaron en un profundo deterioro institucional, un pozo económico y la consecuente debacle deportiva.

A Daniel Passarella le cabe, sin dudas, su cuota parte de responsabilidad. La mayor es haber incumplido su principal promesa electoral, la de investigar y auditar la fraudulenta dirigencia que lo precedió; como también haber nutrido su lista con varios integrantes de aquella conducción, como Diego Turnes, su vicepresidente y titular de la comisión fiscalizadora de Aguilar. Lo cierto es que el ex jugador y ex entrenador millonario tomó un club vaciado y tuvo que hacer equilibrio entre las carencias. “Me puedo ir como un presidente incapaz, soberbio y autoritario, pero jamás como un chorro” espetó en sus primeras declaraciones tras la caída al Nacional B.

Hacer foco en Juan José López y su indescifrable lógica para armar el equipo en ambos partidos de la Promoción ante Belgrano (sobre todo el jugado en Córdoba), en el plantel actual, en el desastroso arbitraje de Sergio Pezzota y en los desatinos de Pasarrella es quedarse en la foto del final sin ver la película completa.

De todos los técnicos que dirigieron a River en las tres temporadas que culminaron en el descenso, J. J. fue el que más puntos obtuvo; superó a Diego Simeone, Gabriel Rodríguez (interino), Néstor Gorosito, Leonardo Astrada y Ángel Cappa. Con él en el banco y Pasarella en el despacho presidencial, un club casi sin recursos terminó la temporada en quinto lugar, con 57 puntos. Es evidente que el descenso es por la herencia.

El genuino dolor de los hinchas de River, de los miles que se fueron del Monumental apesadumbrados y sin hacer desmanes y los millones que lloraron frente al televisor o con un oído pegado a la radio, fue provocado por la gestión infame de un personaje inescrupuloso, que gozó de la cómplice protección del poder mediático reinante y fue premiado por la Asociación del Fútbol Argentino, que le consiguió un suculento sueldo vía Zúrich al colocarlo como asesor letrado de la FIFA y también lo distinguió incluyéndolo en el Comité Organizador de la Copa América Argentina 2011.

Por primera vez en más de un siglo, desde que ascendiera a la primera división en 1908, en tiempos fundacionales del deporte nacional, este gigante no estará en el círculo mayor del fútbol argentino. Tanta tropelía no podía terminar de otra manera. Los que gozaron y ahora sufren por la desventura de sus colores, no deberán olvidar, jamás, al hombre que laceró la historia de River: José María Aguilar.
(Foto: Telam.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

1 comentario:

Fuerza Roja dijo...

Todavia no caigo, creci con una imagen imponente de aquel River Plate y hoy, por todos lados filtra agua.

Un abrazo